Sus padres le decían que si se aplicaba en los estudios encontraría su vocación y así fue. Después de estudiar el empirismo en clase de filosofía, Amelia decidió trabajar como encuestadora. Sus padres pusieron el grito en el cielo, pero el apoyo de sus amigos logró la mayoría absoluta y Amelia se puso manos a la obra.
Su primer trabajo fue para la oficina censal. Como fue la última en apuntarse, tenía todas las probabilidades de que le correspondieran los peores barrios de la ciudad, y así fue. El barrio de San Marcos aglutinaba al ochenta por ciento de la delincuencia de la ciudad y ella tenía que visitarlo, casa por casa, para que le rellenaran sus impresos y actualizaran sus datos. Los amigos de Amelia, en bloque, le recomendaron que rechazara el trabajo, pero esta vez ella ignoró su consejo, argumentando que, en realidad, apenas se producían crímenes dentro del propio barrio y que las posibilidades de ser objeto de un acto delincuente en dicho barrio eran de una entre ciento veintidós. ¿No querrás ser la excepción que confirme la regla?, le dijeron entonces. Lo que tanto Amelia como sus amigos no sabían es que dicho proverbio escondía su destino. La expresión “la excepción confirma la regla” proviene de la latina “Exceptio probat regulam” o, lo que es lo mismo, “la excepción pone a prueba a la regla”. Y a las reglas no les gusta que las desafíen. Amelia fue robada y asesinada a los once minutos y treinta y tres segundos de su incursión en el barrio de San Marcos.

Moraleja: No descuides tus estudios. Con ellos, aumentarán las posibilidades de dejar un cadáver con diploma.