Ahí estaba el rey de Romaneek, sintiendo que su vida llegaba a su fin, que esa cama a la que había sido condenado seis noches atrás iba a ser su lecho de muerte. Pero aún así se sentía tranquilo al saber que la profecía que le diera la pitonisa aquella noche en la que naciera su hijo no se cumplirían, porque estaba muriendo de una causa diferente a la de las manos de su hijo.
27 años han pasado desde el nacimiento de Gark; era un hombre bien formado su rostro de rasgos finos y sin marcas de guerra a pesar de haber participado en muchas, llevaba una espesa barba negra que brillaba ante los rayos del sol. heredero del trono de Romanek y actual líder del Ejercito de La Media Luna Roja, ejercito al que Gark había llevado a su máxima gloria después de ganar la batalla de Der Namuc dos años atrás poniendo fin a una guerra que había venido devastando la ciudad de Deriam fortaleza y capital de Romaneek. Esos eran otros tiempos el reino se encontraba ahora en su máxima majestuosidad y la ciudad de Deriam se encontraba ahora resplandeciente aunque aún faltaban algunos sectores por reconstruir.
Un aire de paz se respiraba en el ambiente motivo por el cual Gark se encontraba sumido en un desespero total debido a su inutilidad como líder de un ejército que no tenía que librar ya ninguna guerra, esta desesperación desencadenarían los hechos a los que el rey tanto temía.
Ricel el Rey, se encontraba en su cuarto tal y como había permanecido desde el día de su recaída, la cama en la que él reposaba era enorme y se encontraba cubierta de sabanas blancas, en su rostro se notaban los estragos del enfermedad y su cercan muerte, muerte que Gark se encargaría de adelantar; Gark entró al cuarto de su padre vestido con el uniforme de General del ejercito,
la armadura que lo componía era una plateada y llevaba la insignia del ejercito, dos espadas negras cruzadas y una media luna roja encima de estas.
Gark Se sentó junto a su padre en la cama, el leve movimiento en la cama despierta al Rey, una expresión de alegría se nota en su funesto rostro.
- No quise despertarte - dijo Gark - pero tengo una inquietud.
- Anda dímela - contesto el Rey - antes de que tal vez sea demasiado tarde.
- Precisamente de esto quería hablarte - decía Gark mientras se ponía de pie - desde que estamos en paz he sido un inútil y no he encontrado mi lugar en este reino, y desde ese momento he estado esperando tu muerte.
- Qué dices hijo
- ¡cállate! - en su rostro se ve la desesperación por querer hacer algo que le quite esa inutilidad - si no hubiese ido a esa guerra a ganarla no tendría estas ansias de poder que ahora tengo, ¡tú! tú me convertiste en un monstruo.
Gark se arrodilló frente a la cama y tomó una mano de su padre, que lucía sólo huesos, y la puso en su pecho, mientras con maldad miraba a su padre.
- calma hijo - tu espera está por terminar - con dificultad el Rey ponía su otra mano sobre el hombro de Gark, pero este se levanto bruscamente ante l prueba de afecto que le brindaba su padre, y entro en una ira profunda
- ¡Esperar! no puedo esperar más, debes morir padre, lo siento pero es la única manera de que dejaré de ser un monstruo - un trance se apoderó de Gark, su mirada esta perdida mirando a ningún lugar, cuando de repente vuelve en sí - matarte? - dijo - qué clase de monstruo soy, debo seguir siendo un monstruo, me lo merezco como me atrevo a pensar en querer matarte, tu me diste la vida, tu pusiste la semilla de mi vida en mi madre, tu has sido sólo amor y pensando en matarte, yo debería ser quien muera al fin y al cabo yo soy el monstruo, ¿no?
Gark dio media vuelta, y salió del cuarto, una vez tranquilizado una alivio se apoderó del Rey, no por haber evadido la muerte momentáneamente, sino por haberla evitado de las manso de su hijo, y ahora que estaba tranquilo y seguro de que las palabras de la pitonisa no se iban a cumplir, dio un suspiro y pensó en lo feliz que se sentía y se quedó atrapado en un sueño profundo.
Que equivocado esta el Rey. En medio de ese profundo sueño la figura de un hombre se postró al a lado de su cama, el Rey sintió esa presencia y despertó, pero no reconoció quien era, una mano del hombre se puso sobre la boca y nariz del Rey impidiéndole la respiración, la enfermedad había debilitado a el Rey que en sus mejores años hubiera dominado a el atacante con solo dos movimientos, pero ahora el atacante lo cegaba le arrancaba la poca vida que le quedaba.
- Lo siento, de verdad lo siento - dijo el atacante.
Los ojos del Rey se nublaron por las lagrimas al reconocer la voz de su verdugo, esa voz era de Gark, en ese instante volvieron a su mente las palabras de la pitonisa, pero ahora no sólo las recordaba ahora las escuchaba como si la misma pitonisa se las dijera...
El que ha nacido hoy
será un digno heredero
a tu trono, pero él
mismo será la causa de
tu perdición, él arrancará
de ti nos solo tu trono
sino tu vida también
y así comenzará la
destrucción de su propia
vida y del
reino Romaneek
El Rey dio su ultimo respiro y sus ojos se cerraron al mundo de los vivos para siempre.
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