El extraño de NY

Cuando siempre, una mañana, un soldadote de la voluntad apareció en lo más recóndito de lo accesible, vió con sus ojos a un peregrino, lo saludó y lo en filó a un alberge, donde el único vió con su alma como el soldadote de juguete reenfilaba la calle y haciendo lo que quería.

El raro, vio en sus sueños, como había soñado ser así, pero nunca pudo encontrarse con un hombre insólito que le mostrara el camino para ser como uno quería u hubiera querido ser en medio de una población de humanos con falta inteligencia y personas que renacen el pasado en cada parpadeo, y que con cada desayuno vomitan lo que antes habían comido, nada de esto parecía importarle a nuestro especial hombre, siempre se creó su imagen y facundias de sus sueños y importancias.

Ahora, que había acabado de soslayar lo más obvio, el alien, vió como su mano hallaba lo triste de la vida al ilusionar quimeras, que se traten de mucha condición magnífica. Amaras la vida, pero detestarás la muerte y siempre que ames la muerte, debes de recordar tu vida.

El soldadote vió como el infrecuente humano lo miraba desde lo alto de sus fantasías, mientras todo lo que restaba del icono de ese humano cualquiera que por un minuto recalcó su nada importante existencia con que vivió y dio a sus espectadores un poema cualquiera…

Veo la muerte
Y la exhaló,
Mas tu hermoso trono
Mío será,
Cuando tus años
Te hagan como sos,
Un extraño de NY