¡He vuelto para sorprenderte!
Cuando cruzaba el mar
tracé una copa.
Atraje los caminos
y la luna entonces bebía

Trotaba sobre la espuma
golpeando con espuelas de cobre
las teclas de las olas.
El viento
cobijaba olor de hierba,
abanicos de limonaría
y alcatraces almidonados.

¡Llegaré para sorprenderte!
Caminarás de cuarto en cuarto
mirando el claroscuro del tiempo;
o sentada
Sorbiendo el té.
Mirando el jardín
donde juega el viento, el mar… la luna

¡Llegaré!
—Me pregunto:
¿Sí el amor tiene espacio y tiempo?
Sólo sé
qué voy en caballo
qué la luna bebe
qué el mar zurce su espuma;
y el viento
derrama hojas que trajo de la montaña.
Llegaré,
un día… no sé, tal vez
la noche que las campanas doblen por mí.