Su mano descendía tan sutilmente de mi hombro al brazo y volvía de nuevo a subir, una y otra vez; y entonces comprendí sin ver, mientras mi hermana intentaba en vano mantener conexión con mi atención, que ella fluía dentro sobre mi como lo hacia mi sangre. La sentía tan dentro de mi, sin que ella con ese simple detalle se diese cuenta, que alcance a sorprenderme con el compás de mi corazón al ritmo del suyo.
Estaba allí a mi lado. Su mano al rededor del pliegue de mi brazo flexionado y la derecha sublime, construyendo un poema con mi sangre, con mi carne viva. Era extraño, antes la observaba y he de confesar que me concentraba en ella, la miraba profundamente, como aquella vez que pude ver tras la bruma de la cotidianidad su entrega sencilla y sin miramientos, afianzada su mano a un cucharón de palo y con ese cadencioso movimiento que la hace celestial, ella imbuida en la cotidianidad y yo mirándola, asaltando ese momento suyo de privacidad, de autocofidencia, con un escalofrío en mi espalda descubriendo su entereza de madre, de esposa. O en aquella otra ocasión, que la vi hermosa volar en contraste con el azul intenso del cielo, ese cielo que siempre se me antojaba simple, ahora con ella completo, perfecto. Alguna otra vez me concentre en el movimiento rítmico de sus omóplatos mientras operaba la mecánica que le exigía el arrastrar un trapo húmedo por el piso, concentrada y luego inquieta por descubrir mi presencia sorpresiva tras de ella, la sentí observarme sobre su hombro disimuladamente y sin ninguna pretensión de orgullo, continuaba con su tarea que de observarla a diario, se hacia tan común a su pequeño cuerpo. Muchas sesiones de observación fueron agredidas furtivamente por ideas que galopaban con fieros caballos salvajes sobre mi pensamiento sin piedad, que tenía que liberarse de alguna manera sobre una hoja de papel. Muchos leen revistas sentados sobre el inodoro, yo escribía sobre ella.
La observe tantas veces y tan minuciosamente que ahora estando ella parada a mi lado con su suave tela cubriendo su tersa piel y con mis ojos intentando simular una atención sobre los de mi hermana que no deja de parlotear, en ese momento que no duro más de un minuto sin verla, la descubrí como era, como alguna vez en un sueño quise verla, pero la recuerdo en el sueño usando mis ojos y descubriendo de ella su luminiscencia. Era real, era un sentimiento y así es ahora, que no la veo, la sensación de seguridad de tenerla y además de tenerla, de que ella sienta que es agradable el sentirse mía. Ese simple detalle en el que concentre todos mis sentidos, me devolvieron a la realidad que siempre me es esquiva cuando pretendo sentirla, la que aparece tan de repente que he llegado a pensar que de no ser así no sería tan especial. Momentos como este me hace descubrir que con ella he adquirido un sentido especial, algo que me comunica más que con su conciencia, con su naturaleza. Estamos tan conectados que a pesar de ella no sentirlo, por que no creo que ella me vea como yo a ella, somos uno. Es su entrega, es todo de ella, creo que sobre ella podría cavilar tanto tiempo que creo que el tiempo me traspasa. ¿Cuánto tiempo he perdido intentando simular atención a mi hermana? Este ha sido un pensamiento de un minuto de intentos de robarme la atención que siempre le entrego a ella. ¿Qué dice mi hermana?
- Te preguntarás Darío por qué ella me ha escogido a mí para que te diga la verdad. No se atrevía a ser ella la que se enfrentara a esa mirada distraída que tienes. Yo accedí pero le exigí que estuviera presente, que me acompañara, por que a pesar de que no sean sus palabras las que te entrar en razón, ella tenía que hacerle frente a al situación. Tu sabes Darío, las cosas pasan por que tiene que pasar, tu sabes, el amor acabo, ella se cansó de ser ti sirvienta Darío y debo decirte, aunque suene odioso, que yo te lo advertí. Ella no quiere seguir contigo, ¿lo comprendes Darío? ¿Por que sonríes? Pero ponme atención Darío.
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