Se acerca la hora
Casi no recuerdo la luz de esa casa en el campo que me iluminaba en los momentos de mayor impacto y desequilibrio en mi camino, casi no recuerdo la fuerza que se me internaliza cuando los fantasmas hacen su presencia en el limite de lo inusual, ¿Tal vez ya se me está acabando el tiempo de surgir dentro y fuera de mi montaña y habrá que volver a empezar o quizás ya sea el momento de subir un peldaño en la carrera por llegar.
Las palabras se esfuman cuando uno más las necesita y reaparecen en el instante menos pensado para repartir los panes, quizás el pescado esta vez no alcance a saciar el hambre y las cruces pesen más de lo habitual, ¿Será el tiempo de ver como son las cosas y modificarlas al cien por ciento o tratar de seguir el duro litigio de mantener los ideales en alto?.
Dicen que los opuestos se atraen y los medios raramente se mueven de su lugar. Ya no queda espacio para el llanto, y las lagrimas se quedan siempre en el borde de la cordura.
Veo las avenidas colmadas de vacío y el vacío apunto de estallar, las miradas ya no se intercambian en mi espacio, solo el mirar de los pies denotan un zumbido descartable y un movimiento errante. Ya no sé donde sentarme sin ser explorado por el otro, aunque ya nadie explora al otro y el río acaudalado sigue su curso sin interrupciones, sin saltos, sin obstáculos, sin adrenalina, sin arriesgar nada, zombie.
El agua es oscura, ya no se ve el fondo y por mas que necesitemos de ella su sabor ahora es amargo y enfermizo. ¿Será el destino? Como dijo algún idiota para escapar a las decisiones y al hacerse cargo cada uno de su vida. Que me importa si tal o cual sufre y no hace nada para modificarlo, habrá que mojarse el culo de vez en cuando para conseguir algo. Ya me cansé de esperar, ya estoy harto de tener que esperar a que venga alguien a darte una mano. Nadie te va a dar una mano, prefieren cortársela y dársela a los perros en vez de ayudar a que alguien crezca y luego se la devuelva. Solo los desinformados me recuerdan a la felicidad, esa felicidad efímera de cerrar los ojos y olvidar, taparse los oídos y no escuchar, abrir la boca y solo repetir como las moscas molestan a la vaca que está pastando. ¿Tal vez consigan algo de leche de sus ubres y puedan alimentar a sus mascotas por un tiempo, mientras la vaca vive. Vergüenza es lo que siento de estar caminando acá, en la calle de los 5.000, buscando un poco de aire, largando el mío, expresándolo en los cimientos de una nueva era, con aires nuevos de dolor, antipatía y engaño. ¿Sabrán lo que hacen esos que dominan, esos que se quejan, esos que opinan del status de un alma y que luego se revuelcan en el lodo de la razón? No creo. Yo me salvé, espero que estés a tiempo porque ya se escuchan los aullidos y va ser hora de irse.
Fin
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