Vi un rato largo aquella tela dorada,
arrojé preguntas contra una pared de exquiciteces
y me volvieron irrealidades satisfechas y efusivas.
Resuenan evangélicas entre los pliegues de una paz,
que pende de un único hilo supremo, involuntario y maltrecho.
Salgo a caminar al borde de esta luna frizada,
prefiero dagas de hielo a las sobras de irrespuesta.
Lamido en llanta de blusas inmóviles,
una carretera ficciona el espejo de mis labios,
los escucho hablar de magia y quiero perderlos por ahora,
un enjambre de vigilia insurgente trepa por las sienes,
será un mal standard de ideales?
será que nunca supe llegar al fin de este maldito mes?,
barajar y dartela de nuevo contra muritos de rictus leves.
Las cartas ajadas y la convicción a los tumbos,
aquella luz, unico color igneo y transparente,
volverá un corazón encendido, letras penetran
nuevamente latidos de a dos en dos, marchan
no, bailan impensados en eternos atardeceres
la luz cae, las tropas barreras se repliegan sumisas,
un oceano de encuentros, navegamos?
un brindis eterno, perfecto.
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