Somos esos locos que piensan que se puede rodear la vida con un abrazo, que se puede evitar al destino si miramos hacia abajo y que se corre una suerte distinta si al rededor del mundo nos escapamos de nuestro futuro.
Somos tan poco y mucho más, que una lisonja o un reclamo nos quedan cortos entre tantas cosas que podemos hacer al llegar el alba, pero no somos nada si solos nos encontramos, sin tí y sin mí para acompañarnos.
Somos la sombra de lo ocurrido que vive sólo en nuestra cómplice memoria, repleta de sabores y recuerdos de eso que llamamos pasado, el deseo cumplimentado tras una canción y una estrofa, una tarjeta y un regazo compartidos.
Somos las almas que por el camino separado viajan a flote forzado, sin respirar otro aroma que nos recuerde nuestros cuerpos sudados, estremeciéndose en el calor de la noche y el movimiento de los planetas que circundamos.
Somos que me suena a tanto y me sabe ahora a tan poco que hasta me espanta el sólo pensarlo, ¿realmente llegamos a tanto? ¿Cuanto dura una fusión encadenados a las ruedas del tiempo que nos ordenó alejarnos?
Somos si piensas en mí, somos si te escribo un cuento, somos si nos venimos pensando, porque de eso depende nuestra efímera existencia juntos, pues eres tú y soy yo, mientras estemos por alguien más acompañados y solitarios.
Somos la locura y la razón de todo esto venir intentando, la forma y la medida de ese riesgo de no claudicar en el empeño de alcanzarnos, de no dejarnos solos, por lo menos al dormir, tan nunca juntos como antes.
Somos si me vienes leyendo cómplices del mismo intento, guardianes del mismo encanto y portadores del mismo peso si nadie que nos mire a los ojos, adivine sabemos no nos pertenecemos para entregarnos a nadie más que no lleve nuestras quimeras hasta ese lugar que compartimos, en la intimidad de nuestros sueños.
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