I

Tantas historias que tienes, querida Plaza Guarello,
Alegres, pasionales, divertidas, amigos que se dan consuelo,
Compañeros que tienen aventuras, familias que viven un duelo,
Historias que han vivido, padres, amigos, abuelos.

II
Plaza de mi juventud, con árboles centenarios,
Donde muchos pequeñuelos, aprenden el silabario,
Con sus risas y juegos, que se repiten a diario,
Y otros más grandecitos, usando el diccionario.

III
Allí han llorado niñas, por amores no correspondidos,
Otras se quedaron solas, luego pasan al olvido,
Aquellos aventureros, su amor también han perdido
¡Cuántas historias de amor, tus rincones han vivido!

IV
Plaza de la amistad, y de los amores furtivos,
En tus bancos de madera, estos versos hoy escribo,
En mi mente hay recuerdos, que me hacen sentir vivo,
Allí entre tus pastos, mi corazón quedó cautivo.

V
También se zanjaron a golpes, peleas y discusiones,
Y tú has sido testigo, de muchísimas confesiones,
Te alegran los más jóvenes, al entonar sus canciones,
Y desde la Iglesia de Fátima, escuchas las oraciones.

VI
Tantas cosas se observan, mientras voy caminando,
Veo a un grupo de niños, felices están jugando,
Un padre golpea a su hijo, lo ha pillado fumando,
Y una pareja discute, ella está llorando.

VII
De las escuelas y liceos, llegan los estudiantes,
Tus bancos y tus jardines, se llenan en un instante,
En las noches vas cobijando, a esas parejas de amantes,
Para la vida de muchos, tú eres muy importante.

VIII
Por tus calles han pasado, la riqueza y la miseria,
Oyes gritos de alegría, y también llanto e histeria,
Los alumnos en tus bancos, van repasando materias,
Sabes que las estudiosas, son siempre las más serias.

IX
En las tardes calurosas, me vas brindando frescura,
Al llegar la primavera, aumenta tu hermosura,
Tengo ganas de gritar, aunque sea una locura,
Pero eres tan silenciosa, que me vuelve la cordura.

X
En el centro de tu alma, hay un bello monumento,
Para gente que no está, y que sufrieron tormentos
Que nos harán recordar, esos pésimos momentos,
Que nos tocó vivir, con privaciones y lamentos.

XI
Ahora vengo con mi hija, en tus jardines está corriendo,
Va jugando en los prados, muy feliz está riendo,
El tiempo no pasa en vano, mi chiquita está creciendo,
Tengo una gran razón, para seguir viviendo.

XII
Eres mi plaza querida, la que me brindó su consuelo,
Cuando triste me quedé, con mi mirada hacia el suelo,
Pero el trinar de tus aves, me hizo mirar al cielo,
Para ti son estos versos, querida plaza Guarello.

San Bernardo, 23 de Agosto de 2004 04:00 am.