S E N T I M I E N T O S E N C O N T R A D O S
El Afecto salió de paseo por la ciudad, para ver si encontraba gente que lo quisiese emplear.
Era serio eso de conseguir trabajo, el Odio hacía años que iba ubicando sus hijos, nietos y bisnietos y eran tantos, que ocupaban todos los puestos destacados de la ciudad.
Llamó al Amor, su mejor aliado y le habló del problema. El Amor tenía el mismo conflicto. A dónde fuera encontraba odio, odio y más odio.
Llamaron a Dulzura, una hermana menor, buena y creativa, ella quizás les daría una buena idea.
Pero Dulzura por más que pensó, pensó y pensó, no halló ninguna solución.
Odio era fuerte y había ocupado todos los espacios posibles. No había una sola rendija por dónde penetrar y comenzar a romper esa pared resistente y fría que se había formado alrededor de las gentes.
Se reunieron los tres para deliberar. Era indudable que Odio había endurecido corazones y mentes, por eso, ellos, no tenían cabida.
Llamaron a Bondad y Belleza, otras aliadas, pero todo estaba tan contaminado que ellas tampoco hallaron solución.
Meditaron mucho, meditaron muchísimo, meditaron mucho, muchísimo más…
Al fin se les ocurrió una idea: convertirse en agua y desde una nube caer, caer suavemente sobre los seres secos, para ver si así revivían.
Lentamente fueron trepando por hilos invisibles muy largos, tejidos por Paciencia y Constancia y al fin llegaron a la nube madre que los acogió y los ayudó a convertir en agua de Amor, gotas de Afecto, y rocío de Dulzura.
Comenzaron a bajar por los hilos tendidos hacia el suelo seco y a medida que éste se humedecía, Odio y sus descendientes: Incomprensión, Aborrecimiento, Maldad se iban sintiendo enfermos, hundidos en esa extraña agua que caía del cielo y los iba cubriendo lentamente, entre barro viscoso y yuyos con espinas de los que no se podía asir.
Odio se iba extinguiendo a pesar del cuidado que habían puesto quienes lo cultivaron, y poco a poco se fue diluyendo hasta desaparecer de la faz de la tierra.
Al amanecer, el sol iluminó las últimas gotas y formó un arco iris por donde Amor y sus compañeros bajaron de la mano y junto a Paciencia y Constancia decidieron seguir luchando por un mundo mejor. No olvidaban que, bajo el barro, alguna semilla de Odio podía germinar y la lucha comenzaría de nuevo, repitiéndose en un el ciclo inevitable la lucha del Bien y el Mal.
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