Eso es, inmigrante del dolor: abre las llagas y sangra. Deja que la anestecia fluya. Deja que haya arrepentimiento. Acaba de una vez por todas y camina sobre el mar. Haz que las pisadas autóctonas se escapen de tu rostro. [Haz que el mundo se incline ante tí] No pienses. No hace falta. Siente. ¡Siente! Debes sentir lo que yo escucho: en tu pecho, en mi oído, sé que tu corazón aun está ahí dentro.
Texto agregado el 19-06-2005, y leído por 324 visitantes. (5 votos)