Ven, te invito a que te acerques y tu idea de infierno resultará pequeña, húndete en mis entrañas y quémate, arde como bruja inocente que yo gritaré cual turba enardecida tu culpabilidad. ¡Agh!, ¡qué aburrido!, mejor no vengas, no soportaría ver mi rostro en el tuyo, recordándome lo poca cosa que somos. Mañana tengo cita con el diablo. Vamos a coger. Restregaremos nuestros cuerpos hasta sangrar un sueño, una ilusión cristalina y pura que nos provoque una lágrima. Reiremos hasta morir cuando la burbuja reviente y nos deje ahí, desamparados ante el mundo. Él tomará sus cuernos, yo mis alas rotas. Nos despediremos con un guiño, ansiando la próxima vez, sintiendo sus manos arder sobre mi piel, sintiendo mi lengua correr por su sexo. ¿Ves?, por eso te digo que es mejor que no te acerques. Me miras con esos ojos que ni siquiera son acusadores, peor aún, son indulgentes, llorosos, recordándome que en mi condición de ángel no debía tentar al diablo. Pero, ¿qué te diré? Es demasiado atractivo, demasiado excitante, demasiado…yo. Fíjate, es como mirarme en un espejo, somos casi idénticos. Sin embargo, siempre me sorprende, se anticipa a mis deseos como si me adivinara el pensamiento. Bueno, adivinarlos no es tan difícil tomando en cuenta que mis deseos se resumen a él. ¡Vamos, no te pongas así!, no me vas a decir que tú nunca has sentido esa pasión. No seas hipócrita que te conozco bien. Sí, tienes razón, soy una adicta, estoy enferma y ni siquiera te puedo decir que pasó sin que me diera cuenta porque en realidad yo lo vi venir y lo permití, lo soñé después del primer acercamiento. Ahora es una necesidad para mí. ¡Soy una diabloadicta! Ja, ja, ja, ja, vamos, vamos, tómatelo con humor que no es tan malo. Malo es que el tiempo corra tan lento y el día de mañana parezca tan lejos, malo es que tengamos esta conversación absurda. ¿Qué me ves? Ah, las alas. Rotas, rotas, rotas, pero tú ya sabes la historia y no te aburriré con ella. Ojalá y al romperse me hubieran crecido garras, colmillos y mi piel se hubiera vuelto dura y escamosa. Pero no, mis manos son más hábiles, ágiles y mi piel más sensible que nunca. Eso sí, es exigente, no se rinde ante cualquier caricia o palabrería barata, quizás por eso es el diablo el único posible, el adecuado para erizarla, arrancarla a jirones. Sí, con gusto se la daría de comer...de cenar y de desayunar. ¿No te han dicho que eres una amargada? Pues ahora te lo digo yo: Amargada. ¿Te cuento un secreto? El diablo no compra almas. Así como lo oyes, todo eso del demonio que te hace un contrato por tu alma es una vil mentira. Él me lo dijo cuando quise darle la mía: "yo no hago tratos". Y que se la lleva gratis, el muy cabrón. No te preocupes, sé que me la regresará cuando se aburra. ¿Viste que bonito amaneció el día? Nublado y con viento. Me largo, voy a correr lo más rápido que pueda hasta que alguna pared me detenga o un carro me atropelle, quiero sentir el viento en la cara, quiero volar, quiero ser otra, quiero ser él, quiero arder en el infierno, quemarme en sus entrañas como bruja inocente hasta escucharte gritar que soy culpable...¿vienes?
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