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Cerró tras de si la puerta y Salió por la puerta trasera, al almacén de autos, Escribió “Hallmark” en el monitor de cristal junto a la puerta metálica y un pequeño lente ubicado al lado de este leyó su retina identificándolo como el autentico Oscar Hallmark. El Auto flotante llego traído por una plataforma magnética que lo colocó en el muelle; Oscar abordó la pequeña nave, la plataforma magnética lo llevó hasta la salida de los vehículos, a la calle. Presionó el botón de encendido y una suave alarma anunció que el silencioso motor ya estaba en marcha, el auto se elevó unos centímetros del suelo para después incorporarse flotando a la autopista magnética donde alcanzó una enorme velocidad.
Por fin, tras más de cinco años de trabajos de programación el trabajo había concluido exitosamente, todo estaba en su lugar, nada saldría mal. Mañana por la mañana el mundo tomaría otra forma, su utopía se volvería real. Oscar sacó de su bolsillo un paquete de pequeños tubos de cristal que contenían unas pequeñas dosis de nicotina y cafeína. La colocó en una especie de pistola y dio un disparo en su boca inhalando aquel gas de olor embriagante.
El Automóvil zumbó y la velocidad aumento considerablemente; el monitor marcaba “Destino: ‘Casa’ (St. Lamer #254-AK)”, “Posición actual: Av. Stenidford Km.895, Kyolly City”. Debajo, el marcador de velocidad jugaba con números de entre 350 y 460 Km. /h. El auto tomó una de las salidas de la gran avenida y entro por una pequeña avenida magnética mas descuidada, hasta que salió a otra pequeña calle donde el auto tocó el piso de asfalto y comenzó a andar sobre los neumáticos de caucho a unos 100 Km. /h. Entonces el sonido del auto se intensificó y se agregó una especie de crujido debajo de este. Oscar se recostó en su asiento y miró a través de la ventanilla del techo que daba hacia el obscuro cielo nublado de la ciudad, luces amarillas de las lámparas de calle cruzaban la ventanilla dejando tras de si una estela. Pensó entonces en el día que le esperaba a la humanidad, que gracias a el y a un grupo de hombres tendría lugar a la madrugada siguiente justo a las 4:00AM.
Las enormes naves transportadores saldrían de las bodegas de la empresa dirigiéndose a los puntos estratégicos marcados, allí dejarían caer su preciado cargamento, el cual se desenvolvería al tocar el suelo dejando salir de las cajas un grupo de robots androides diseñados especialmente para esa tarea, estos llegarían a cada hogar a cada tienda, a cada restáurate y a cada café, a cada lugar donde pudieran encontrar gente, los doscientos millones de robots comenzarían a andar por doquier en la pequeña ciudad, para después salir de esta y seguir cumpliendo con su objetivo a lo largo el país, del continente y por fin del mundo, cuando fueran ya quinientos millones.
Pero aún quedaban 8 o 9 horas antes de aquel movimiento tan perfectamente planeado.
El automóvil de Oscar Hallmark llegó por fin a una pequeña calle rústica donde se alzaban aún algunas casas del estilo de finales del siglo XX. Se detuvo el vehículo frente a una vieja casa marcada con el número ‘254-AK’, Oscar bajó del vehículo que suavemente se metió en el estacionamiento de forma automática, Oscar se paró frente a la puerta de su casa colocó la mano sobre la manija, esta brillo para identificar la palma de su mano por un par de segundos y después se abrió. Entro sigilosamente y una tenue luz se encendió en el recibidor, tenía un techo alto, a la entrada estaban las escaleras, forradas con una alfombra verde-azul decorada que contrastaba bien con la madera amarillenta que cubría la mayor parte de la casa. Entró a la cocina.
-¡Cocina; Cereal de avena con leche!- dijo Oscar, y un sonido de motores trabajando en el techo abrieron un compartimiento sobre la mesa del comedor y calló un tazón blanco, dentro de este cayó un montón de bolitas de cereal cafés sabor chocolate y luego un chorro de leche casi a derramarse. Oscar miró el plato con el ceño fruncido.-Cocina; Limpia- gruño, y por el mismo compartimiento por el que había caído el tazón de cereal bajo una especie de tubo negro que absorbió con fuerza el plato de cereal. –Cocina; cereal de AVENA con leche, AVENA-De nuevo el mecanismo sobre el techo hizo varios ruidos y en unos segundos había sobre la mesa otro plato blanco con cereal de chocolate.
Oscar salió de la cocina maldiciendo entre dientes con el plato de cereal de chocolate en la mano, se sentó en el sillón rojo de la sala que automáticamente comenzó a hacerle masaje en la espalda y los pies; se recostó mientras daba cucharadas a su palto. Miraba el techo pensativo; mañana no habría ya nada que provocara que la humanidad se autodestruyera… por fin el humano llegaría a ser invencible… por fin sus hijas serian probablemente inmortales.-Gracias…-dijo en voz muy baja, dejo caer el plato al un lado del sillón y este se hizo añicos produciendo un ruido metálico. No tardó en aparecer el robot que se encarga del aseo para recoger los filosos pedazos de plato. Oscar miró el reloj en la mesa de centro; aquellos números verdes flotaban sobre una placa de cristal “10:22pm.”. Suspiró, se levantó y automáticamente el sillón se dejo de mover.
Las escaleras parecían infinitas, cada escalón pesaba el doble del anterior, Oscar se arrepintió de haber rechazado la oferta de la compañía de instalar el ascensor casero solo por la mitad del precio. Al llegar arriba miró un rato aquel pasillo obscuro, tranquilo, inocente. Se aproximó a la primera puerta de la derecha, presionó un botón que había en una especie de aparato con un monitor y dos botones junto a la puerta botón y el pequeño monitor hizo sonar una suave campanada y dibujó un candado rojo que parpadeaba, con la frase “looked” también en rojo. Presionó el botón de la derecha y escuchó. No hubo respuesta; lo volvió a presionar y escucho una débil vocecilla chillona desde dentro del cuarto, se alejo algunos pasos. La puerta se abrió.-Si… ha… hola papá, ¿Qué pasa?- Su hija de nueve años lo miraba con los ojos entreabiertos y una postura que parecía derramarse hace adelante. –Nada hija, solo quería desearles las buenas noches…-sonrió y la niña lo miró extrañada-¿Está tu hermana también dormida?-preguntó-hem… (…) si... esta… dormida…- dijo la tambaleante pequeña que se sostenía en el marco de la puerta. Se introdujo Oscar a la habitación y miró a su pequeña hija Lisa dormida profundamente con su obscuro cabello tapándole la cara; la descubrió, beso su frente y la arropó. Volteó después a la cama de Clara y la arropo también, le dio un abrazo que la niña correspondió cariñosa pero débilmente y después cayó rendida ente el poder de Morfeo sobre su suave e inteligente cama.
Oscar se detuvo unos minutos en el umbral de la puerta mientras las observaba paternalmente; salio, presionó de nuevo el botón izquierdo y la puerta se cerro acompañada de un opaco silbido de aire comprimido. Recorrió el resto del pasillo hasta llegar a la última puerta; entró al baño. Se miro atentamente al espejo que inmediatamente proyectó recordatorios para las semana, "tips" de belleza y anuncios en una de las esquinas, unos círculos rojos iluminaron las imperfecciones en su rostro y unas letras decian sobre las ojeras en su rostro y como evitarlas, del otro lado aparecían cosméticos y en donde estaban guardados. “Lavounge-La nueva colonia de Lixzzat Paris” decía el anuncio, que mostraba el holograma de una botella cilíndrica muy elegante, luego desprendió una demostración del fresco aroma que hizo toser a Oscar, entonces reaccionó y apagó el espejo con solo tocarlo. Se miró atentamente y encontró aquel familiar rostro cansado y viejo ente el. Los cuarenta años que había vivido parecían haber sido siglos- Me hubiera gustado arreglar esto antes del gran día- dijo, pero al darse cuenta que hablaba en voz alta se alejo del espejo. Buscó algo a su alrededor pero pareciera que ni lo hubiera encontrado cuando se sentó en el suelo y comenzó a pensar-mañana, por fin no habría mas guerras, no habrían mas misiles que pusieran en riesgo la vida de sus hijas, no habría más roba chicos que pudieran ponerlas en peligro. Mañana el mundo pertenecería a los niños, a los niños y los androides.
Al día siguiente a las 4:00 AM. Un grupo de naves de carga saldrían de la compañía y llegarían a un punto marcado, donde dejarían caer las cajas, lo androides saldrían de allí y llegarían hasta cualquier humano mayor a 15 años de edad, lo tomarían a la fuerza y lo matarían a como diera lugar, luego llevarían el cadáver junto con los demás a un punto donde serían recogidos mas tarde por las naves de transporte, luego los androides entrarían a las casas, y dejarían allí a los imitadores, unos androides pequeños, del tamaño de una cápsula que proyectan imágenes holográficas para presentar cualquier apariencia, con decenas de pequeños tentáculos metálicos para poder moverse y realizar cualquier tipo de actividad casera. Por la mañana estos desertarían a los niños y les explicarían que sus padres habían tenido que irse, luego los vestirían, les prepararían el desayuno y los llevarían al transporte automático. Este no iría más hacia el colegio, si no que los llevaría a un centro de educación moderna, donde aprenderían a ser los mejores seres humanos, a cuidarse y respetarse, y serían vigilados por las maquinas. Cualquier intento de rebelión seria fuertemente castigado con la muerte.
-Será todo aquello un mundo perfecto- pensó Oscar, y luego miro la punta de sus zapatos tenis. Los movió por unos segundos y se levantó. Se acercó de nuevo al lavamanos y con un chorro de agua fría se refrescó el rostro. Salio hacia su habitación. Presionó el botón de la izquierda y la puerta se abrió suavemente con aquel silbido al que ya todos estaban acostumbrados. Se posó al pie de la cama matrimonial donde dormía Xana, su esposa. Se veía linda dormida.
Oscar sintió un cosquilleo en el estomago cuando recordó las noches con Xana. La miro. La miro por más de una hora, mientras de sus ojos salían lágrimas, lágrimas que llevaba almacenadas más de 30 años. –Xana… querida….- Xana abrió lentamente los ojos y miro la sombra a contraluz de Oscar que tenia aun la puerta abierta. –Xana, sabes que te amo. Lo siento…- Oscar metió su mano en el interior de su bata blanca con las iniciales “INCGD” y busco algo-Oscar… son las doce… ven a dormir… no te entiendo- Miro por ultima vez aquel cabello negro que caía suave sobre sus hombros y senos, miro aquellos inocentes ojos, luego pensó en que ella apoyaba al partido reformista; no necesitó mas. Saco de su bata el arma láser que había comprado unos días atrás y disparo contra su mujer cuatro veces, el cuarto se ilumino con cada disparo como si un flash se hubiera disparado para fotografiar un cuerpo de una bella mujer que yacía aún con los ojos entornados hacia aquella figura obscura que le había disparado. No había sangre, las armas láser mataban automáticamente, sin dolor, y limpiamente, pero el no estaba seguro, por eso disparó cuatro veces; pero prefirió eso a un muerte a manos de las maquinas. Levantó el arma y la colocó en su sien, un rayo de luz ilumino la habitación y este se apago lenta y suavemente mientras sus hijas dormían a dos puertas de distancia.

Texto agregado el 18-06-2005, y leído por 271 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
17-04-2006 Me gusta el principio, pero el final es muy predecible... Aun asi es fluido, me gusta... uve
09-08-2005 cuando leí por primera vez este cuento me pareció más corto, a pesar de esto me sigue pareciendo aterrador. ayotochtli
 
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