Y te siento, distante, porque así te haz reformulado en mi mente.
Lejano, pues ya tu voz no me acompaña.
Remoto, simplemente porque he querido olvidarte y en el intento he perdido el aliento.
He caído, en un oscuro abismo, cuyo término es mi muerte... Y mientras agonizo, te recuerdo. Descubro, que nunca te olvidé, pues mi frágil conciencia siempre te tuvo presente, a pesar de tu ausencia.
Y te veo. A la distancia te observo, como queriendo cautivarte nuevamente. Despertando, de pronto, de este estúpido juego, cuyo objetivo desconozco. Mas hoy, queriendo abrazarte, te odio. Y lo hago. Porque no he podido dejar atrás las heridas que me causaste, que yo permití crear de manera confusa. Equivocada.
Descanso. Respiro y continúo viviendo, aunque somnolienta, desconcertada, expectante, de lo que pueda venir, de lo que mis labios pueden decirte, de aquello que me rodea, recordándome a ti.
Hoy, que quiero tenerte lejos y borrar de mi corazón tus recuerdos. Hoy, que desesperada ansío un nuevo comienzo; Me despido, porque nada puede impedirme que te sienta así... Distante, lejano, remoto. Ajeno.
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