Necesito salir, ser libre, no aguanto estar atrapada en esta carne que coarta mi esencia.
Llegue a esta situación por un error. La he soportado por veinte años, pero ahora se ha tornado desesperante, necesito estar con los míos, debo ir a su encuentro, o estos seres que me rodean me anularan.


No soy un místico, no conozco ninguna forma para liberar mi espíritu, lo único que he aprendido en esta miserable existencia es el peso de la materia. Ella es quien me aprisiona, si quiero escapar debo deshacerme de ella.
Primero la piel, comenzando por el rostro: mascara hipócrita, que solo sabe ocultar sentimientos y delatarlos en los momentos más inoportunos.
Luego la carne: culpable de todas las pasiones y desgracias de la existencia.
A continuación los órganos: accesorios prescindibles de un cuerpo inútil; dejando para el final el corazón y el cerebro: trozos de materia sobre valorados, culpables de la dicotomía entre razón y sentimientos, que aun se mantendrán con vida hasta el instante en que caigan macerados junto con los despojos óseos de la que alguna vez fue mi ser y prisión.

¡Libre al fin !...
Pero y ¿Ahora que? De que me sirven las alas si no existe un destino donde ir?.

Al final del túnel solo hay más oscuridad.

No debí dejar lo único que tenia, por insoportable que fuese, era MIO. Ahora solo tengo el vacío y la eternidad...