Este dolor en no sé dónde. Empolvados los ojos que antes fueron sulfato de cobre ardiente. Esta sed de no sé cuándo. Los brazos como plomo caen desgarrándose entre caricias que jamás fueron hechas. Este nombre de no sé quién, de la que no ha llegado, de ti que estás tan lejos. Esta ausencia que no respeta a los ancianos días. Y el frío de la soledad que cala hasta los huesos. Temblando, restregando mi cara, esperando...
Texto agregado el 17-06-2005, y leído por 108 visitantes. (1 voto)