Inicio / Cuenteros Locales / Soybueno / Una disputa ocasional
Y de repente lo vi. Estaba allí, expectante pero reposando. Aún no, no era el momento, pero la impaciencia subía por mis piernas a medida que me acercaba. Mientras más cerca lo tenía más se difuminaban mis pensamientos, hasta el punto de ser un único objetivo que opacaba el resto de mis pretensiones. Se cerraba el sonido del trafico y el rechinar de las monedas en maquina de boletos se convertía en un taladrante “tic tac” que hacía de mi angustiosa espera algo menos llevadera.
Las esquinas pasaban lentamente, pero estando cada vez más cerca la adrenalina aumentaba, el hecho de saber que por fin sería mío calmaba mi pesar. Sumergido en su encanto talvez perdí noción del tiempo y el movimiento, “¿que hechizo lleno de misterio encierra el hecho de apretarlos?” intentaba responderme, pero al regresar de mi hipnótico viaje, fui sorprendido por los pasos de otro pasajero.
El hombre en cuestión se encontraba parado a mi derecha. En la mano izquierda llevaba un portafolios y su mirada se perdía en la puerta de salida hurgando algún problema en su cabeza.
Tal amenaza despertó en mi un profundo deseo de ganar terreno, pero el hombre levanto la vista hacia la acera y calculando su descenso preparo la mano sobre el caño que
sostenía a mi anhelado objetivo.
Decidido a no perder la batalla tan fácilmente estime el tiempo que llevaría a su mano derecha llegar a presionarlo, y estudiando cuidadosamente sus movimientos y gestos pretendía adelantarme a su descarado intento por robarme aquella incalculable satisfacción.
Sentía ya la inercia de varias toneladas detenerse, ya se divisaba el final de mi tramo acercándose lentamente. Era el momento de la verdad.
No había tiempo para dudas, era ahora o nunca. Pude ver a mi competencia girar lentamente sobre su eje perfilándose para concretar la acción, pero yo fui más rápido y sin errar un milímetro de mi maravilloso objetivo presioné el botón del colectivo con todas las ganas del mundo, sentí airosamente como el timbre sonaba y en consecuencia el chofer freno la infernal maquina, que todas las mañanas, tomo para regresar a casa. |
Texto agregado el 17-06-2005, y leído por 131
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