“En el Amor y la Guerra todo se vale”
Laila estaba nuevamente caminando sola por el parque delos recuerdos. Este nombre se debe a que cada vez que paseada por aquel lugar, escribía lo que sentía en alguna parte. Esta tarde, se acercó a un árbol, y con una cuchilla poco filuda, trazó un “No amo” en la corteza, y siguió su camino.
Tiago era un chico despreocupado. Vivía de la música. Tocada cualquier instrumento en realidad. Cualquier estilo que diera de resultado el último grito del concierto, “ Why don’t you just fuck off! Fuck off!” . Cualquiera que pudiera ver su vida, diría que era una vida perfecta. Él tenía una Novia, una guitarra, y había sido hasta modelo. Pero para él, no lo era, y no lograba comprender lo que le faltaba.
Laila seguía caminando sola. Estaba cansada, se sentó en una de esas bancas, todas escritas por adolescentes rebeldes.
Tiago salió a caminar, lejos , para aclarar su mente. Llegó a un parque extraño, nunca había estado allí antes. Pero tenía una sensación que no lo dejó irse de allí. Apoyó su mano derecha en un árbol. Sintió que algo le raspaba, sacó su mano y al ver la corteza del árbol, logró leer un “ No amo” encerrado en un corazón, que al verlo, supo había sido dibujado por una mujer.
Laila sintió un escalofrío, que provenía de una presencia extraña, desconocida. Volteó la mirada, y vio a un chico, relativamente alto, con unos ojos celeste que destacaban a pesar de la distancia. Lo vio, leyendo el “ No amo” y luego, vio como él la miraba. Él, le corresponda su mirar. Se podría decir, que se quedaron allí, tan solo mirándose, por horas. Tan solo viéndose, ni acercándose, ni alejándose, tan solo viéndose.
Tiago estaba lleno, aquella sensación de vació y soledad había desaparecido. Le resultada sumamente extraño, pero le gustaba. La mirada de aquella mujer lo completaba. Todo era perfecto. Hasta que un beso, que rozó sus labios, acompañados de unos brazos, llegó. Esto le resultaba familiar. Obligado por una mano, volteó la cara.
- Fiama...
- Tiago, ¿Qué haces mirando a aquella mujer? ¿La conoces?
- Yo...
Antes de poder responderle, su enamorada, lo alejaba de los ojos que su alma anhelaba. Lo único que tenía, era la mano de aquella chica, con la que ya llevaba algo cercano a tres meses. Tiago caminaba hacia un lugar desconocido. Pero el asombro de aquellos ojos, aquella mirada, le habían hecho perder la fuerza para reprochar.
Laila estaba quieta, algo triste. Vio cuando los ojos de aquel chico se alejaban , y cada cierto tiempo volteaban a verla nuevamente. Laila no sabía su nombre, ni su edad, pero estaba segura de que la chica que se lo llevó, era mas que una amiga. Laila se acercó al árbol en el que había escrito mas temprano. Dibujó una raya diagonal sobre el “ No amo” y debajo, grande y claro, escribió un “ Te amo ” Subrayado por debajo, un par de veces. Volvió su camino, para dirigirse al lugar donde había comenzado su jornada, o también llamado, su casa.
Tiago caminaba hacia la casa de aquella niña. Fiama le dijo:
-¿Porqué estabas mirando a aquella mujer?
- No lo sé
- ¿Cómo que no lo sabes?
Fiama, empezó a reprocharle, y Tiago estaba demasiado confundido. No escuchaba nada de lo que ella le decía. Solo pensaba en los ojos marrones de aquella mujer. Él sabía que ella había escrito el “ No amo”. Sentía algo por esa chica. Por la mujer que había visto por horas, sin conocerla. Estaba pasmado. Estaba reflexivo, estaba vacío...Nuevamente.
-¿Porqué no me respondes? ¡Tiago!
Tiago no se había dado cuenta de que Fiama aún seguía allí. Él no había estado presente.
-Ya llegamos a tu casa.
Le dijo Tiago a Fiama. Y sin despedirse, caminó lejos de la casa de la mujer , la que se hacía llamar su novia. Caminó sin voltear, sin verla. Pero sentía la mirada perdida de Fiama. Fija en su cuerpo, viendo como él se alejaba, lentamente.
Laila había llegado ya a su casa. Subió a su cuarto, y encontró a lo que podría llamar, su mejor amiga.
-Ercilia, ¿Qué haces aquí?
-Laila, hace horas que te espero. ¿Dónde mierda , estabas?
-Eso no es de tu incumbencia. Por favor, vete.
Y Laila cerró la puerta e hizo que se fuera. Se asomó por la venta, y vio como Ercilia se alejaba, sin voltear atrás, pero con confusión en sus pasos. Laila no tenía tiempo para amigas, y menos para alguien que Laila sabía no la entendería, no importaba. Cuando necesitara hablar, su árbol siempre estaría allí. Una sonrisa se reflejó en su rostro.
Tiago había estado yendo todos los días a aquel árbol. Nos e había atrevido a escribir nada aún. No había puesto ni una respuesta, pero le encantaba leer lo que ella escribía. Un día de estos, Tiago llevó una cuchilla consigo, dispuesto a responder, pero se acobardó al mismos instante en el que el objeto filudo, tocó el árbol. Durante todo este mes, Tiago había estado descuidando a su novia, tan solo la había visto 3 veces, y no tuvo intención de tocarla, ni darle explicaciones. Había estado encerrado en su cuarto, con su guitarra. Compuso canciones en base a la niña del árbol. En el mismo cuarto, habían poemas por doquier. No pensaba en nada, ni nadie, mas que en ella y aquel árbol.
Laila estaba reflexiva. Ella había vuelto al árbol, como de costumbre a escribir, a tallar en él. Escribirle al chico de la mirada azul. Ella tenía esperanzas de una respuesta pero nunca la halló. Ya había pasado un mes, y aún nada . Laila estaba dispuesta a rendirse. Caminó hasta el parque. Estaba solo, como siempre. Caminó hasta llegar al árbol. Aquel árbol.
Leyó el “No amo” tachado por una línea. Leyó el “ Te amo”. Leyó, cerca, un “Fantasma de ojos azules”. Leyó también un “ quiérote conmigo” y muchas otras frases que , con una misma cuchilla, ella talló. Metió su mano al bolsillo, y sacó el objeto sagrado, que ya formaba gran parte de su vida. Lo acercó al árbol, y delicadamente, escribió un “casi un final”. Guardó, nuevamente la cuchilla, pensando que mañana regresaría por última vez.
Tiago estaba desesperado, solo veía los ojos de esa mujer, en todas partes. Recordaba todas las frases, todas las noches. él no podía soportar esa tensión, esa presión. Algo sumamente inapropiado ocurrió, sonó su celular. Leyó “Fiama” en la pantalla, y se rehusó a contestar. Su celular dejó de sonar. Pasaron pocos minutos, para que el teléfono de casa empezase a dar su habla. Tiago se levantó de su cama y dejó caer algunos poemas que tenía sobre él. Se acercó al teléfono y jaló con fuerza el enchufe que lo conectaba. La luz parpadeante del teléfono que avisaba que había una llamada entrante se apagó. Repentinamente, todo ahora, era silencio. A Tiago no le importó cuán tarde podía ser. Cogió su casaca, la cuchilla y se fue, camino al parque, con un destino en mente. Alos pocos minutos de salir de su casa, su celular empezó a sonar. Leyó “Fiama” en la pantalla. El celular cayó al suelo, sin voltear, Tiago siguió su camino.
Laila se levantó temprano, esperó hasta que el sol empezó a ocultarse. Antes de que fuera completamente de noche, se decidió a salir. Agarró la cuchilla y ya estaba preparada. Caminó pensando en como escribiría la última palabra, y cual sería. Adiós, Fin, existían muchas opciones, solo estaba segura, de que esa era su última noche, y el momento próximo a ella, sería un final. Pero a pesar de esto, ella no sabía si aquel fantasma lo leería. Reflexionó hasta llegar al árbol. Al estar frente a este hijo de la naturaleza, su cuerpo se paralizó. Laila empezó a temblar, su cuchilla cayó directo a la tierna. Todas estas reacciones que de su cuerpo nacieron, fueron causa de lo que leyó en el árbol. Una respuesta, 3 palabras. “No me dejes”. Laila se agachó, recogió la cuchilla y talló un 2 estás aquí”. Se quedó unos minutos reflexionando, viendo esas tibias palabras que decían todo. “No me dejes”. En su mente, Laila se repetía, “No lo haré”.
Tiago no durmió en toda la noche. Solo pensaba en si estaba correcto lo que le había escrito. También pensaba en si habría una respuesta de parte de aquella mujer. Esperó hasta una hora relativamente tarde, pero aún, el sol alumbraba en las calles. Tiago decidió salir a ver la revelación. Cogió su guitarra y la metió en el estuche, el cual estaba dispuesto a llevar con él. Miró la cuchilla y sonrió. Empezó su camino. Su recorrido...
En toda su jornada, Tiago, se habría detenido unas 5 veces por el nerviosismo. Tenía miedo. Tenía miedo de ver una respuesta, y al mismo tiempo de no verla. Pero con una fuerza sobrenatural, siguió adelante. Al llegar al parque, se dirigió, casi sin inhalar aire por sus pulmones, al árbol. Tiago, al llegar, cayó. No solo por el cansancio, sino también por la sensación de libertad al leer una respuesta. Y sin la ausencia del miedo, sus ojos recorrían las mismas letras una y otra vez, por varios minutos. “Estás aquí” decía en el árbol. Si, Tiago estaba allí, en aquel momento, y en todos los anteriores, siempre estuvo allí. Sacó la navaja suiza, de esas que probablemente le robó a su padre cuando tenía unos 14 años, y talló suavemente un , “siempre estuve aquí”. Pero, Tiago quería algo mas. Él quería verla al escribir una respuesta. Sacó la guitarra del estuche, y se sentó en las faldas del árbol, tocando la canción “ Mama I’m comming home” de Ozzy Osbourne, y allí se quedó a esperar.
Laila estaba ansiosa. Por horas miraba su reloj, dispuesta a ir al parque, pero quería estar segura de encontrar una respuesta. Ella quería una hora perfecta. Laila no aguantó mas tiempo, y con la cuchilla, que ya tenía en su mano desde ya varios minutos, salió de su casa. Caminó, corrió. Por momentos solo pensaba en llegar lo mas pronto posible. Sin darse cuenta, ya había llegado al parque, y lo que la había detenido, era la silueta de un hombre con una guitarra, apoyado sobre el árbol sagrado. A los pocos minutos lo reconoció. A su vez, reconoció la canción que gritaba su guitarra. Era una canción de el ex-vocalista de Black Sabath. Se quedó cerca, pero lejos. Él levantó la mirada. Laila estaba paralizada, sin sabes que hacer. Vio al guitarrista levantarse, y salir corriendo lejos. Laila bajó la mirada sin saber que pensar, sin saber por que aquella reacción. Al ya no haber ningún espectador cerca , y no encontrar respuesta a su interrogante, se acercó al árbol y leyó las palabras que hicieron sus ojos brillar, “ Siempre estuve aquí” Laila sacó la cuchilla y talló un “ ahora no te vayas”.
Tiago llegó a su casa, dejó la guitarra y se dirigió a su cuarto gritando obscenidades. Llegó al cuarto, y empezó a golpear su cabeza contra una de las paredes. Una lágrima cayó por su rostro y se deslizó lentamente hacia su boca. Se empezó a decir a si mismo, en voz alta, “¡Como buen cobarde, corrí de mi princesa!”. Estaba molesto consigo mismo. Para romper el momento, suena el timbre. Al Tiago llegar a la puerta, y abrirla, una sorpresa era resaltada. Frente a él estaba Fiama, que se dirigió a Tiago, con secas pero extensas palabras: “ Tiago, hace semanas que no se de ti, no me besas, no me tocas, ni siquiera me diriges el habla. Y ahora te encuentro con lágrimas en los ojos... Yo se por que lloras. Me extrañas... ¿No es así?”
Tiago estaba impactado por las palabras. “¿Me extrañas? ¡No, No la extraño! Ni siquiera he pensado en ella.” Estas palabras resonaban en su mente, y el se contestaba a si mismo una pregunta incoherente. Tiago se limitó a cerrar la puerta en sus narices. Pero, Fiama con una mano, lo detuvo y le dijo, “ No lo hagas, hablemos”. Sin palabras, empujó con un poco más de fuerza hasta cerrarla por completo.
Laila llegó a casa, no decepcionada, pero triste. ¿Por qué se habría ido? La había dejado, pero a la vez, no. Sabía él estaba alguna parte, por alguna razón a ella se le ocurrió, pensando en ella. De pronto una lluvia de ideas, giro brutalmente en su mente, no sabía que pensar. Así que cerró los ojos y se echó sobre su cama, pensando en el hombre, que ahora era el alma que complementaba su vida.
Tiago se levantó relativamente temprano. Se cambió rápidamente y con la cuchilla y la guitarra se dirigió al parque.
Estos encuentros en aquel árbol, acontecieron por unos 4 meses. Laila iba a escribir y Tiago la esperaba unos árboles cercas, viéndola tallas las palabras que luego él haría suyas. Y así siguieron en su encuentro hasta un día que fue el más especial.
Laila se destinó al parque, ya tantas palabras habían intercambiado, que no le restaba pensar que escribiría esa tarde. Ella lo tenía todo planeado. Su nombre. Laila no sabía el nombre del fantasma de ojos celestes, y él tampoco sabía el suyo. Hoy, Laila le revelaría su nombre. Laila siguió su camino pero algo mas apresurada, al encuentro en el cual la palabra mas superficial, pero no por esto menos importante, sería escrita.
Tiago se dirigió tranquilo y alegre al encuentro con la princesa y el árbol. Su corazón estaba agitado, acelerado, emocionado. Llegó al árbol y vio a su princesa. Por primera vez, tomó la decisión de acercarse más de lo normal. Nunca había estado tan cerca. Ella aún no volteaba. Tiago había llegado al punto en el cual podía leer lo que ella escribía, decía “ Laila”. Tiago se acercó aún mas, hasta que él podía oír la respiración de la mujer.
Tiago le tomó la mano a la mujer, con la cual ella escribía su nombre, y delicadamente le sacó la navaja. A esto, la mujer volteó y lo miró con unos ojos asombrados, sorprendidos, y penetrantes. Tiago agrazándola con una mano por la cintura y con la otra en la cuchilla, agregó un “ + Tiago”. Ella tomando la cuchilla nuevamente, escribió un “ Te a...” y no pudo terminar, pues Tiago, la hizo soltar el instrumento, voltear la cara, y con las dos manos entre las de Laila, le dijo un “Te amo”. De esos que duran para siempre. Laila lo miró con los ojos mas llenos de siempre, y le dijo, “ Te amo”. Tiago se acercó y la besó. Y este fue el comienzo de una nueva historia plasmada en un árbol.
Dedicada a Valeria Milla |