Decidimos quemarnos, y en ese intento se me fue la mano,
te prendí fuego el alma, incendiando ilusiones,
dejándote con las cenizas de lo que me brindabas.
Hoy lo comprendo y por eso me alejo,
me sofoca el aliento, tenerte tan dentro,
y saber que fui yo, quien marcó un arañazo,
creí nunca lo haría... me equivoqué, te he arañado.
Y me voy, porque no puedo perdonarme,
haberte hecho semejante tajo.
Y tan hermosamente, el brillo de tus ojos,
me dice, que no ha sido nada, que puedes entender
muchas pasadas, pero que lo único que necesitabas,
eran esas verdades, las que han destrozado tu almohada.
Sólo me marcho de tu lado, porque donde iré,
estarás en mis pasos, en mi ánimo, en lo que me has enseñado,
con tu pureza, con tu realeza,
con tu majestuosa sinceridad iluminada,
con esa inmensa capacidad de amar, que abarca
hasta la dirección que me embarra...
Y así, como bien nos entendemos,
con las batallas de nuestras verdades, me voy,
clavando mi última bandera en tu campo,
contándote que serás mi eterna musa,
que permanecerás en mis letras, hasta que
en algún incendio, me dejes vos en cenizas,
y eso sé, que nunca pasará.
1998
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