VIAJEROS XIX (PARA ATREIDES, UNA AVENTURA)

Viajero: un día llegas sin querer a la zona oscura. Llegas y desembarcas en una ciudad que se inquieta ante el sol, que se vuelve turbia ante tu vista. Los placeres no son la bebida o el juego, o el sexo, sino el exceso. La hybris que perdió a Edipo. Todo lujo es desmesurado, toda humildad falsa.
Viajero: llegar a esta ciudad te conmoverá los huesos. Vivirás locuras y extravagancias sin reconocer jamás la razón. La soberbia te guía. Tu poder de hombre te acompaña y no temes ni al fracaso ni a la muerte. Eres eterno mientras vives en esta ciudad. Eres único y soberano en tanto el sol permanezca oculto y las estrellas poco alumbren.
Viajero: la noche dura siglos, el sol ha desaparecido. Tienes tiempo para ser tu mismo. No lo olvides. Sin embargo: la noche no es eterna. Toda oscuridad tiene un momento de brillo, todo sol se oscurece. Debes acomodar tus ojos a la oscuridad brillante que reina sobre la ciudad.
Viajero: no hay consejo válido para soportar la oscuridad. Te enfrentas a la peor ciudad del mundo: la tuya propia. Eres el único habitante. Único morador humano de una tierra sin ojos y sin vista. Una ciudad apasionada y brutal que solo vive en tu interior. La recorres mil veces y siempre se transforma y te conmueve. Duendes siniestros y hadas malignas entorpecen tus pasos.
Viajero: recuerda que para ver la luz solo tienes que abrir los ojos de tu alma, e iluminarlo todo. Se que no lo deseas. Nadie desea abandonar algo tan preciado como sus propios monstruos. La ciudad te atraviesa. El sitio se vuelve hospitalario y cómodo. Transparente en su oscuridad.
Viajero: quiero aconsejarte que no abandones para siempre la ciudad. Hay mil sitios desconocidos que debes recorrer solo, con tu bastón y tus ojos ciegos. Debes tener en cuenta que el viaje lo haces solo. Pero la compañía es sana para el viajero. No lo olvides. De vez en cuando aceptar un vaso de vino de un compañero de ruta dignifica y enaltece. Observa la hierba a tu alrededor, un día, por la mañana y piensa que alguien fuera de tu ciudad, en otra ciudad más oscura aún, recorre tu nombre y lo purifica de miedos y angustias.
Viajero: no olvides que hay una ciudad que no has conquistado.