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Esa mañana Sophia se había despertado particularmente distinta… ella misma se notó rara; como con una mezcla entre melancolía e ilusión; tristeza y ansiedad de cambiar ese sentimiento.
Iba a levantarse con el pié derecho y quizás hasta dando un pequeño salto, poniendo su mejor cara de optimista y sin embargo… se quedó acostada. Tendida en su cama sin nada más que hacer que mirar el techo. Bueno después de todo su techo no era tan aburrido, tenía unas nubes pintadas a compresor… era todo celeste claro y las paredes en dos tonos de azules; alrededor había guardas con peces y almejas en leves rosas y estrellas brillosas en la pared del frente. Era una habitación divertida dentro de todo.
Mientras trataba de descubrir lo que su mente estaba tramando en ese mirar sin ver nada en concreto, por la calle principal de su barrio escuchó que bajaba un camión… un camión que había de estar bien cargado porque el sonido que se escuchaba era como si del cerro viniera bajando un tropel. Ese sonido despertó todo…
Sophia se dio cuenta que aquel sonido, ese tropel incontenible que bajaba desde el cerro era el agua desbordada del planeta entero… el deshielo de todos los glaciares, las cañerías del mundo rotas… mares, océanos y lagos en erupción.
Entre el espanto que duró la milésima de segundo en que el agua tapó la tierra Sophia se atrevió a abrir los ojos. Seguía en su habitación y tendida en su cama. Creyó que de pronto el agua se habría evaporado milésimas de segundos todavía antes de que tape la tierra pero cuando vio a su alrededor…… “agua”…… mas agua hacia donde mirara.
-“¡¡¡ Estoy sola; sola en medio del agua?”... se asustó… “¿cómo voy a hacer para salir?!” - pensó aterrada.
Sophia efectivamente estaba sola en medio de aquel mar donde su habitación era la pecera mas extraña que jamás haya visto o escuchado nombrar. Sólo su habitación no estaba inundada… ¡su habitación!, ¡de las centenas de millones de habitaciones que en el planeta se habían inundado su habitación pasó a tener aquellas paredes que simulaban el mar al mar mismo de pared!. Era irónico, ilógico, impensable… -“¿cómo puede ser posible que quede cual sirena estancada en esta habitación!? ¿qué va a pasar conmigo, con mis sueños; de qué voy a vivir aquí abajo?” Sophia estaba desesperada y aunque trató de pensar qué podía haber sucedido ninguna explicación lógica venia a su mente.
Los días fueron pasando y sabía que iban pasando no porque disponía de un almanaque o un reloj (ni siquiera podía estar segura de estar viva) sino porque después de varias horas de luz en un momento determinado todo quedaba a oscuras; era evidente que se trataba del día y la noche. De un azul claro y un azul profundo.
Un día Sophia decidió que tenía que salir; no podía quedarse mas allí encerrada sin saber qué había pasado; si estaba sola o habría gente arriba – “además siempre fui buena nadadora” – pensó. Pero salir implicaba morir. En el instante que sacó un dedo por aquella pared de agua éste por poco se desintegra.
_ “Estoy perdida… encerrada aquí dentro y condenada a quedarme quién sabe cuánto tiempo… ¿me habré transformado en una especie de animal eterno?”.
Con el paso de los días Sophia encontró qué hacer allí abajo; después de todo estaba en su habitación y cuando la tierra era tierra ella disfrutaba de estar horas encerrada allí. Además; como en todo proceso natural, en el agua comenzó a procrearse vida… plantas, algas, medusas, corales maravillosos y distintas variedades de peces. La tarde que apareció un delfín Sophia creyó que iba a desmayarse de la alegría; casi traspasa la pared que condicionaba su vida. Pero ya no se sentía sola.
Una mañana al despertarse se encontró con una gran e increíble sorpresa: un hombre buceando alrededor de su habitación. Un hombre que seguramente estaba atónito de ver semejante rareza… “¿vida humana en una especie de pecera sin vidrios por donde no entraba ni una gota de agua?”… ha de haber sido impactante para ese pobre hombre. Pero para Sophia era maravilloso!.
La gente comenzó a bajar a visitarla, le llevaban cosas de la superficie; regalos, cartas, fotos. Todo era nuevo y fantásticamente hermoso. Ella contestaba las cartas y siempre estaba feliz de recibir a sus visitantes que de antemano estaban advertidos que no podían entrar allí puesto que eso le daría fin a sus vidas. Sin embargo; una tarde cuando estaba entre celeste y azul oscuro aquel mar Sophia notó que alguien la observaba desde afuera. Se acercó al límite y vio a aquel hombre ya envejecido, con la mirada desesperadamente triste, angustiosa, desolada. Era prácticamente tortuoso mirarlo a los ojos.
Sophia lloró sin entender porqué y alterada le preguntaba ¿qué le sucedía, porqué estaba allí? El hombre sacó una foto que tenía en una bolsa para protegerla del agua y ahí Sophia distinguió su rostro… lo miró nuevamente; esta vez con un tremendo vació en el alma y sólo dijo: - “amor… no entres, te lo pido por favor, vas a condenarte a muerte y verte morir es transformar esta vida eterna en un eterno calvario”.
Giuliano metió primero un brazo, luego el cuerpo y entre sollozos y el paso de viejo a joven ya se encontraba adentro, llorando y abrazando incontrolablemente a su amada.
Toda esa noche se quedaron charlando sobre cómo había sobrevivido cada uno a aquella mañana en la que el agua del mundo tapó la tierra.
Giuliano le contó de su desierto, de su búsqueda año tras año, de la soledad que había sentido y cuán arrepentido estaba de no haber estado con ella aquella mañana…
Sophia entre algunas lágrimas y las sonrisas que Giuliano sabía sacarle sólo respondió: _”no se si vamos a amarnos o matarnos aquí dentro por toda la eternidad, pero si me hubieran dado a elegir la persona con quien querría pasarla… esa persona definitivamente serías tú”.

… “Válgame Dios la hora que es y yo sigo aquí tirada pensando tonteras, voy a llegar tarde al instituto… todo por ese maldito camión…”.
Sophia se levantó con el pié derecho, incluso dando un pequeño salto, puso su mejor cara de optimista y salió de su habitación.

Texto agregado el 16-06-2005, y leído por 278 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
15-12-2005 mis*5 terref
24-11-2005 Iba buenísmo. Demasiado. No lo podía creer: veía dejos de Borges, Neruda, Nicanor Parra... y de mi mamá. Pero... ¿qué pasó?. Todo lector queda insatisfecho con el final; parecía algo más que la narración de "uno de esos sueños"... angelo_di_cossio
24-11-2005 ibas tan bien, lastima de final kamyla
16-11-2005 ...qué hermoso cuento Sonnia! Me encantó. Besos de sugonall
12-09-2005 Genial!!!!!!!! espartako
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