Sigo agitada, desafiante, a la espera de alguna otra palabra dulce que se origine de tus labios. Nada ocurre, esa delgada línea indiferente vuelve a marcar los instantes. Te miro colgada desde el cielorraso, mientras tu boca aún disfruta ese placer que ha transcurrido. La respiración sigue atada a mi recuerdo como un calor suicida arrojado desde las entrañas. Mis palabras ya no se escuchan en tu mirar apasionado, bajo la cumbre de ese aliento que asciende en espiral al universo. Vuelvo a murmurar entre tu espacio y mi alma, hasta que en una tonadita de porteño te despides con un beso... Lejos quedo ese suplicio silencioso en el que tus manos se estremecían latiendo con los pechos o la alegoría de una piel desencajada y tiesa penetrando mis fronteras. Ahora sólo los vestigios del deseo transitan esta habitación invocando una finitud de eternas sombras... Ana Cecilia.
Texto agregado el 06-09-2003, y leído por 327
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Ahora sólo los vestigios del deseo transitan esta habitación invocando una finitud de eternas sombras...
Siempre logras llenar de bellas frases mi ser. Me encanta todo lo que haces con las letras Anita.Tu Fan Aire
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