Estaba empapada, no sabía si era sangre o agua, mis sentidos estaban bloqueados. Desde aquel día volví a mi jaula, todo por una estúpida niñería, si pudiera haber adevertido en el problema en que me metería de seguro me lo habría pensado dos veces, pero ya era tarde, ya estaba hecho y no me arrepentía.
Mi cuerpo se tambaleó bajo la lluvia y cayó sobre el duro asfalto que cubría cuan virgen suelo. Traté y traté, pero solo obtuve un movimiento vago de mi cuerpo. De boca en el suelo sentí como un tibio liquido espeso entraba en mi boca. Lo saboreé y sentí aquel sabor a oxido mezclado con vida – Sangre – dije sin pensarlo. Dejé de beber, ya no deseaba saborear más ese maldito sabor humano, quería desaparecer cuan nube en el cielo y morir tranquila sin dejar rastro de mi acción. Pero mi cuerpo no quiso, luchó hasta el final sin haberme consultado antes aquella acción. Poco a poco me fui llenando de energía para por lo menos ser capaz de levantarme del frio suelo. Primero fue mi cabeza, la cual buscó en vano algún indicio de vida en aquella solitaria calle; Me dejé caer nuevamente sobre el asfalto y grité - ¡¿por qué a mí?! – El eco desapareció entre las gotas que caían del negro cielo sin ser oidas por nadie. Finalmente comprendí todo, si estaba ahí era por lo menos para luchar por levantarme de aquel frio suelo que me congelaba el alma. Apoyé mis delgadas manos y todo el peso de mi cuerpo lo puse sobre ellas; Lentamente logré levantarme y tambaleante recorrí el camino….