Se maquilló de azafranes la noche,
quería colorearse los pómulos,
acicalarse con alevosía,
dejar huérfanos los fluorescentes,
abandonar a los serenos, a sus farolas,
huir del insomnio a toda costa.
Y todo por amor,
por amar al día,
con su sol de piel,
por bañarse junto a él
con jabones de espuma.
Quería dejarse de ir al alba,
estaba harta de dormir de día,
de trasnochar, de valeriana,
de perder la salud y la vista,
de cocinar a oscuras,
de tanta luna.
Pero es difícil acostumbrar los ojos
sin perderse,
querer ver bosques blancos
sin necesidad de anestesia,
y de puro pudor
se encalló en la espera.
Ahora, cuando la noche se hace de noche
y el día le besa,
sueña despierta que es cometa
y se hace un pijama
con la luz de una linterna. |