Me encontraba solo como de costumbre. Escuchando el mismo reloj, ese tictac me perturbaba, pero me hizo pensar...
... hace unas semanas atrás me ocurrió algo extraño.
Quise esperar, queriendo que algo sucediera. Pero no fue así. No fue lo que esperaba. Termine observando a la chica de mis sueños. La que siempre he buscado.
Me encandilaron estrellas de dolor. Perlas de agua plata desbordaban su órbita formando un cause de ensueño.
Quisiera haber estado ahí, en el momento preciso para ser su pañuelo. Su consuelo. Besar el llanto ahogado por la ausencia de su sol.
No sé cuanto tiempo paso hasta que sintió al espía enamorado, al espía sumido en su congoja.
Fue en ese momento que la sentí entre mis labios.
En un abraso tenue, enamorado.
Sentí su respiración ahogada. Su respiración triste.
Su respiración me dijo que pensaba en el.
Ella sintió mi respiración que le decía que tenia pena.

Me extendió sus labios pensando en el.
Los recibí pensando en elle. Acogí sus labios en los míos y les di refugio. Los sentí míos, queriendo no separarme nunca de ellos.
Así lo hubiera querido.
Así lo quiso ella antes. Por eso derramaba tan preciado cause lleno de amor, lleno de un deseo loco por ser amada.

Ese beso me hizo sentir infeliz. Me hizo sentir la angustia desenfrenada que me dijo ¡ahí esta, esa es la vida! ¡ése es el precio del amor!
Mi corazón se dio a la fuga y el de ella lo buscó, encontrándolo para decirle aquí estoy de nuevo. Yo te amo.

En este momento soy yo el que llora. Soy yo el que busco consuelo. Es a mí al que esperan, queriendo devolverme mi corazón dolido. A mi corazón enlutado.