Bendita la noche que te encontré, fue tan maravilloso verte ahí sentado en la mesa del dolor... dirás que soy cruel al disfrutar verte sufriendo, pero no sabes que sufrí contigo cada lágrima y sorbo del trago amargo de la pena que te dejo tu antiguo amor...no lo sentiste?, no te diste cuenta que yo estaba contigo?, que llorabamos los dos y nos consolabamos mutuamente, sólo que no me habias descubierto...tu mirada aún no se habia tropezado con la mia, aunque varias veces intente obstaculizarte...

No me culpes por no acercarme, sé que debí hacerlo desde el primer momento en que te vi, pero no podìa evitar el admirar esa forma tan especial de sentir, de sacar tanto dolor y amargura en el silencio... en esas làgrimas...observandote comprendìa y examinaba cuanto la amabas, y desee por un momento ser aquella mujer.

Ahora me arrepiento por no haber caminado hacia ti ese dìa y mostrarte que aunque no me conocìas yo hubiera podido brindarte un poco de consuelo y tranquilidad.

Ya han pasado algunos dìas, pero no puedo dejar de recordar que esa noche despùes de un largo rato de agonìa, saliste con las llagas abiertas en tu corazòn y creìste que el camino que te llevarìa al alivio se encontraba en ese abismo...

Sè que para tì esta carta no tiene sentido estamos en dos mundos diferentes y separados por ese abismo en el que decidiste apagar la llama de tu vida y no sè si lo que dejaste encima de tu mesa fue mi fortuna o mi desdicha, sòlo te puedo decir que aquel escrito es igual al que yo hoy dejo sobre tu tumba...