El reloj juega a dar vueltas todo el tiempo, nunca para, y encima agarro el tic de repetir una canción todos los días a las 12:00. Ya me cansó un poco, pero por suerte me recuerda que tengo que comer en esos momentos.
No sé bien el día, ni la hora en que te fuiste ó la última vez que vi tus ojos como dos gotas de té. No sé. Pero si sé que hay algo que denota tu ausencia, son “las tres cosas que te esperan”.
Una de ellas, me dijo que estaba un poco molesto, porque el día en que te fuiste, no te despediste y ni siquiera le diste las gracias por haberte ayudado siempre a lavarte los dientes, a peinarte, a pintarte. Todos los días a la mañana te daba su mejor sonrisa y te hacía muecas para que te levantes de buen humor. Imitaba muy bien al Inspector Clouseau y cuando se levantaba motivado te cantaba perfecta y enérgicamente La Marcha de San Lorenzo con el febo asoma ya sus rayos. Estaba muy molesto pero ya no tanto, después de un largo tiempo sin dar la cara, apareció con un nuevo rostro. Primero me miraba enojado, furioso, y a veces lloraba; pero un día menos pensado me mostró una sonrisa y a partir de ahí comenzó a reír de vez en cuando. Ahora me ayuda a lavarme los dientes, a peinarme, cuenta chistes y hasta canta cuando está muy contento.
Ahora está muy bien, pero cuando se acuerda de vos le da pena que lo hayas tratado tan mal. Igual te quiere muchísimo como para olvidarse de tu sonrisa. Siempre te espera con la cara limpia y con ganas de que lo salpiques dejándolo un poco sucio pero contento de alegría.
Hay otra mucho más indiferente, pero a su vez, no es porque no quiera demostrarlo, si no, porque se quedo dura en la misma posición desde que te fuiste; no quiere levantarse, se quedó con los brazos abiertos y reclinada. Siempre que te apoyabas, ella se movía en un vaivén, jugando, y hasta veces calmando tus nervios; era tu mejor amiga cuando te enojabas y en esas situaciones te hamacaba hasta que te dormías tiernamente en sus brazos.
Adoraba esos momentos. Hoy, a pensar de su inmovilidad, sé que el viento a veces agita sus pies y la mueve lentamente, como consolándola y recordándole que ella todavía puede jugar. A pesar de su indiferencia, espera vehemente y con ganas de que rendida te duermas en ella.
La tercera que te espera es muy orgullosa y sólo sale en temporadas a ver la luz del sol. Le gustaba acariciar tu cuerpo, protegerlo, abrigarlo despacio. Se reía del invierno crudo y frío que miraba por la ventana. Su color azul oscuro te hacía sentir que nadabas en un cielo de noche, y perdiéndote en un sueño profundo te llevaba a conocer los planetas más lejanos. Ya no tiene las mismas ganas de salir, y en raras ocasiones me abraza para sentir que todavía tiene la esperaza de que regreses, que esta cálida y suave, añorando a que vuelvas a nadar de vuelta en su cielo para ir a conocer nuevos planetas.
Estas tres cosas te esperan ansiosamente; pero no están tan tristes como antes, no tienen rencores escondidos y prefieren a veces que las llame por su nombre de pila para alejarse un poco de ti, y seguir siendo lo que siempre fueron, un espejo, una reposera y una frazada azul.
LaLa
25 de Abril de 2005.
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