Había una vez un gato que se robaba los dulces de las piñatas de los cumpleaños, y estando un día en uno de estos, trató de robarle un dulce licor a una gata que andaba totalmente perdida y desilucionada, porque le había tocado una masacre dentro del pecho, el gato, aún fue más allá, y notó que la gata se crispaba suavemente, doblándose ante sus miradas, y se dió cuenta que había leído a la gata mucho antes, sobre el comienzo de la historia donde un carnicero pronto le desgarraría el corazón, como los demás, pero peor aún pues era la gata, y nadie más que ella , quien decidía que esto fuese así, enronces, el gato, que no se sentía precisamente un justiciero, pero extrañado de encontrar una gata como esa, se acercó y le contó lo que sabía de su historia y la hizo parecerse a esta misma, y la gata se desdobló de su laberinto de enamoramiento de su propio personaje sanguinario, para caer en las dos pozas donde estaba el alma de ese gato que tenía al frente.
Y nadie pudo nunca entenderlo , excepto los dos gatos, porque nadie se había sentido rescatador/rescatado al mismo tiempo con tanta fuerza y tanto amor.