Pintan el mundo a través de una ventana,
manos desgarradas por las violentas
cuerdas del talento,
reteniendo y limitando
las aguas de nuestra alma.

Prodigios son los colores inquietantes
que muestran un mundo esbelto,
mientras que diminutas
líneas convergen en el horizonte.

No saben retener esas aguas,
no lo saben ¿cómo lo toleran?

Seccionan ese mundo en pedazos,
lo transforman en bellísimos lienzos
creando la composición de nuestra semejanza.

Confusa mezcla de colores
que cortan pero sin prisa
ese horizonte que se mueve
junto a nosotros.

Colinas que pierden su relieve
por su lejanía mansa,
seducen al árbol solitario,
cuyas ramas,
nos dejan sin habla.

Conduce nuestra
mirada hacia los cielos,
porque cobarde, mi sombra es,
cuando intento escribir
albatros de mi nostalgia.

4/8/1999