Hay un instante.
Lejos de todo, más haya de todo,
cuando la ultima hoja del árbol cae.
Lejos de todo, cuando lo inmenso de la noche
ampara el hambre de los perros
y algún cuerpo ampara dos disparos.
Cuando el cuando, cuando es donde
y el donde es como.
Cuando un silencio quirúrgico
disecciona el alma

Un instante.
Más haya de la noche inmensa.
Como aquel ruido que tiene el aire
para mover el cabello del ahorcado.
Como el beso seductor de la pistola.
Como cuando uno tiene ganas de morirse
y se mueren otros, los de a de veras.
Los que no necesitan andar jugando
al suicida.
Y quedan con el corazón inmóvil.
Con espuma en los pulmones.
Con fisura y desgarraduras
y se les va la sangre.
Un instante, en donde la vida es
solo un instante.

Instante.
En donde hay un viejo con las cuencas
de sus ojos sin ojos.
Un niño que aúlla a la luna y la luna
le aúlla en las vísceras.
Y uno, el viejo y el niño,
ambos, preguntándose en que momento
la muerte se enamoro de la vida.
Y si la respuesta se encuentra.
Es aquel instante, el mismo instante
cuando uno quiere correr
a quien sabe donde, quien sabe como,
pero correr.
Y creer que dormido, uno esta soñando.