Me separé un momento.
Necesitaba respirar. Pero solo me seguía ahogando. Era una angústia que no supe explicar.

* * *

Ese día no fue.
Ese día la busué. Necesitaba contarle un secreto.
No la hallé. No estaba.

Cuando abrieron la puerta para salir, sentí que era el único en salir. Y solo para verla.
Estaba con alguien que n conocía.
Quise escapar.
Las piernas flaquearon.
Caí.
Me setí a morir.
Lloré.
La gente abrió sus paraguas y siguió caminando.
Ella nunca me vio.
Solo se preocupó de ella. Como siempre.

Al fin llegué a casa. A punta y codo. Mojado en llanto. Queriendo morir.

Me cambié de ropa y arranqué a la calle.
Corrí, solo corrí, a un rumbo que ni siquiera yo conocía.
Caí en un vacío eterno y desgarrador. Y me ví envuelto en sus brazos, en sus besos, sus caricias. Era fuego. En lujuria.

Fue entonces que sentía el ahogo angustioso.
Fue entonces que lloré.