DEDICADO A MI PRIMO, ASESINADO EL 28 DE DICIEMBRE DEL 2004

La vida y la muerte jugaban su partida, el día en que los inocentes desaparecían.
Una jugada maestra le dio a la muerte la vencida... el corazón del hombre... el as que escondía.

La maldad ejerciendo tiranía le robo a los niños su aliento de vida, ni las súplicas de madres adoloridas detuvieron las espadas de la ignominia... ¿dónde estaba Dios... dónde el defensor de la vida?

Inocentes mueren todos los días bajo la mirada silente de aquel que todo lo mira... y justo el día en que recordamos a los inocentes caídos, cae un inocente que empezaba la vida.

¿ Por qué el poeta se detiene en uno, si tantos mueren cada día?... aunque no es asunto del que lee, le diré que este inocente conmigo jugaba, conversaba y reía, era mi hermano, era mi familia.

El llanto de las mujeres judías fue entonces el llanto de la madre y las tías, que en la noche que el poeta no olvida... aquella de los inocentes sin vida... desesperaron al recibir el cuerpo del inocente que se iba.

No así espadas de hierro fundidas, sí así balas de muerte inscritas, corrieron la sangre de un inocente que disfrutaba la vida... ¿dónde estabas tú, por el que los niños inocentes dieron su vida?

Los minutos que avanzan lentos en el tiempo atestiguan el llanto escondido de la madre, la voz del hijo resuena en su corazón amante y la hiere con la presencia de su ausencia. ¡Llora, madre, llora¡