Mis manos se adentran en la mar del ensueño prohibido que nunca, jamás, eternamente y por siempre viviré cual perro desea su hambre nunca se apodere de él.

Somera piedra choca contra mis dulcineos dedos cuando alcanzo a tocar la llama en tu corazón, pero busco aliviar mi dolor ante penas embriagantes que jamás desconoceran estas fechas.

Entre sombras humanas busco una sanación, pero la traición no es más que la misma miel que desato bajo una cuchilla ardida en veneno de poder... Jamás me veré sufrir como ellos sufren en su propia felicidad fantasmal.

Las arenas son relieves en mi creación demencial bajo un influjo de sollozo criptico, harmonia bajo la catarsís donde una luna eterna me desmaya en solsticio otoñal y lagrimas antediluvianas. No soy hombre de mal, no soy uno de fe tampoco... Pero hoy cvreo, y no me siento poco vivo que si no fuera por mi alma putrida.