LA NOSTALGIA
Por Claudia Andrea Rivera Vasquez
“Los amores se debilitan tanto en su poder, no esperamos más, no sabemos más esperar...”
18 de enero de 2005 - Aeropuerto de São Paulo – 16 horas... espera... dentro de mí grita una palabra, me molesta, no permite que me distraiga... la palabra es linda, de sabor ácido... “nostalgia”.
Todos nosotros ya nacimos con nostalgia, echando de menos el confort del vientre materno, de la protección, de la exclusividad de la madre. Crecemos y siempre perdemos algo o alguien, en esa ida y venida de la vida, en ese baile que nos cuesta aprender, y siempre que nos acercamos del ritmo, ella cambia sin avisarnos. ¿Quién en su vejez, nunca extrañó “aquellos tiempos”?
Me miro y veo que crecí con nostalgia... nostalgia de mi tierra, de sus aromas, sabores y gente... nostalgia de sus paisajes y del mar que baña todo mi Chile, Pacífico. Acá estoy de nuevo con nostalgia... nostalgia de las mañanas de amor, al lado de un cuerpo caliente, de dividir comidas y burbujas de jabón, risas y lágrimas, montañas y estrellas, flores y boletos de micro, sexo y agua para regar las plantas, canciones y ajíes, poemas y sueño, pereza y baile, jabones y lava lozas... Estoy sola en este inmenso aeropuerto y me detengo a observar las despedidas de extraños, extraños éstos tan próximos de todos y de mí por el sentimiento de nostalgia, que hace de todos pequeños y solitarios.
La nostalgia es un crimen del destino, es como la muerte. Mata quien va y quien se queda. Hiere hasta los huesos, destruye el alma y trae la impotencia.
Nostalgia. Opuesto de la vida. Vida que se vive sin vivir lo que realmente se desea. Me curvo delante de ti nostalgia, delante de tu grandeza, admito que te tengo miedo, miedo de lo que usted es capaz... de cuánto nos maltrata y lo que es peor, nos lleva al olvido, transforma en cenizas sentimientos y seres que más amamos.
Los amores se debilitan tanto en su poder, no esperamos más, no sabemos más esperar... el tiempo nos modifica y parecemos extraños para quien fuimos un día tan íntimos. Quisiera volver a aquel tiempo en que el mensajero llevaba una carta escrita con sangre del amado pidiendo en súplicas que no lo olvide y se pasaban años de una espera intensa y llena de esperanza, para un reencuentro cuajado de deseo y entrega. Hoy medimos la entrega, como quien mide un control de gastos... somos tan controlados... somos tan miedosos... somos tan infelices... vemos la vida pasar y somos incapaces de agarrarla y defenderla con todos los dientes, por tener una certeza de una alegría... ¿qué alegría? ¿qué certeza? Si el escote o la mirada seductora de una persona en el bus nos enamora y tira a la basura todo lo que fue vivido... tenemos más certeza de que seremos robados o que perderemos nuestro empleo que de saber que amamos y somos amados, y que ese amor vale la pena. ¿Te amo? Te amo se dice para cualquiera, lejos está el tiempo en que decir te amo era sagrado.
Esa dama llamada nostalgia, es cruel... saca nuestro coraje... me siento como una guerrera sola... en una lucha que sólo uno cree... que uno sólo tiene certeza... que uno sólo vive en la intensidad, y mismo que yo tenga coraje de pelear con dioses y hombres, no tengo una voz en mi oído que me diga: ¡continuemos!... podemos ser felices.
Sí nostalgia... tenemos una batalla... pero yo haré aliados con mi vibración, encontraré alguien que crea como yo... y puede ser que me gane... pero que le voy a dar trabajo... ¡eso lo voy!
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