Mientras terminaba de preparar los alimentos escucho el sonido del picaporte de la puerta que le inidcaba que Gabriel acababa de llegar, sus manos temblaban y las lágrimas salaban más de la cuenta la comida que iba a ser servida instantes después.
Escondía sus ojos tras los lentes negros que se había comprado en París durante su luna de miel, intento despejar su mente evocando los recuerdos de aquellos momentos y por un segundo pudo escuchar las risas que inundaban el ambiente parisino.
- ¡ Maldita sea Mujer! Aún no terminas la cena, siempre estas en la luna, ¿ Acaso crees que no tengo hambre?
Catalina sintió un escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, la sensación tan cercana de Gabriel puso su piel de Gallina, tomó la cacerola de la estufa y giro su cuerpo hacia donde él se encontraba, tuvo miedo, un terror tan grande que le recordaba cuando de niña su hermano la dejaba encerrada por horas enteras en el sótano oscuro y ella no podía salir, gritaba casi hasta quedarse sin voz. Nunca le confeso a su madre porque no le gustaba dormir con la luz apagada y la madre amorosa nunca pregunto las razones.
- ¡A ver a que hora sirves la cena!
Nuevamente había regresado a la realidad, esa que la perseguía día tras día, con desgano sirvió la sopa en el plato vació y volvió a la cocina con pasos lentos, temiendo tropezarse, llevó el resto de las cosas a la mesa y se sentó a comer, eran los únicos momentos en que él la dejaba meditar.
- Mi madre me dijo que era para siempre, que el divorcio lo castiga Dios.
Era el pensamiento que atormentaba su existencia, recordó como su padre llegaba borracho a la casa y después de insultarlos golpeaba fuertemente a su madre, en una ocasión quiso impedirlo, pero su diminuto cuerpo fue doblegado por la fuerza de su padre y el resultado fue tres costillas rotas, una pierna y moretones por todo el cuerpo.
Su madre nunca más la vio directamente a la cara, la vergüenza que sentía por no haberla protegido se lo impidió, cuando la policía estuvo en su cuarto para verificar la declaración de su padre, la mujer que dio la vida por ella cayó y acepto que ella estaba lavando la escalera cuando su hija rodó por estas sin poder hacer nada.
Ahí fue cuando se dio cuenta que jamás pediría ayuda; Gabriel era un chico apuesto, lo conoció en la preparatoria, se hicieron novios y después de seis meses de noviazgo se casaron, razón un hijo que venía en camino.
La sopa se enfriaba frente a ella, sus labios a penas si tocaban la cuchara, el sonido de un golpe sobre la mesa la saco de sus pensamientos, la hora de la tranquilidad había terminado:
- ¡ En un puesto de mercado se come mejor! – fue el agradecimiento que recibió por parte de su comensal.
- Pero Gabriel, si hice las enchiladas que tanto te gustan – su tono era sumiso, temiendo importunar a su interlocutor, sin embargo no fue aceptado en ese sentido.
- ¡ Pues a mí no me gusto y punto! Ahora me largo a dormir, estoy cansado de tus reproches.
El hombre se levanto de la mesa y Catalina empezó a levantar los platos y cubiertos que estaban en el lugar, puso la radio para despejarse de sus propios pensamientos:
- Y EN LA SECCION POLICIACA, UNA MUJER ASESINA A SU ESPOSO DESPUES DE QUE ESTE GOLPEARA A SU PERRO, LOS VECINOS COMENTAN QUE DESPUES DE OIR EL LASTIMERO AULLIDO DEL ANIMAL, LA MUJER QUE RESPONDE AL NOMBRE DE MARTHA SOSA, ENLOQUECIO Y TOMO EL CUCHILLO, QUITANDOLE CASI DE INMEDIATO LA VIDA…
Su mirada quedo perdida en la pared blanca que recubría la cocina, sus manos enjabonadas temblaron de ansiedad como si buscasen hacer lo mismo que la mujer de la nota había hecho con su marido.
Encontró el arma que buscaba, en el segundo cajón donde guardaba el resto de los cubiertos, la tomó con ansiedad y la apretó fuertemente, camino con sigilo hacia el cuarto que compartía con Gabriel, pero antes de llegar a la puerta el dolor en sus dedos la sacó del trance en el que estaba sumida, era tan grande la presión que había puesto sobre el cuchillo que éste hirió sus dedos provocándole fuertes dolores y una hemorragia incesante.
Corrió al baño, y lavo las yagas, el agua le ardía, pero más le dolía haberse acobardado metros antes de terminar con la vida de su carcelero; limpio su rostro, al quitarse los lentes sus ojos dejaron al descubierto los moretones que los rodeaban, pálida trato de sobreponerse a la imagen que reflejaba el espejo, la mujer que estaba ahí era su madre.
Tuvo que agarrarse del lavabo para no desplomarse por el suelo gris del baño, abrió las ventanas del cuarto y se sentó sobre la tina, respiro hondo para tranquilizar su respiración, con movimientos lentos, busco entre la bolsa de jabones que ponía bajo el inodoro los cigarros, encendió uno y dejo que el humo poco a poco se apoderara de ella.
Entrecerró los ojos y recordó al atractivo joven que vivía frente a su casa, en más de una ocasión lo había pillado espiándola mientras se bañaba, ella con disimulo frotaba su piel más despacio, incitando al chico a no separarse de aquel lugar, esas eran las únicas veces que se sentía atractiva, cuando Gabriel le hacía el amor siempre era a la fuerza y escupía sobre su rostro, mientras le decía palabras obscenas, una vez le comento que eso a ella no le gustaba:
- No me vengas con estupideces catalina, ¡ Yo te cojo como se hinche la gana! Y si no te gusta pues ni modo, para eso te mantengo, lo único que me faltaba.
Fue la respuesta que obtuvo, muchas veces había maquilado en su mente como matar a su verdugo y no ofender a Dios con el divorcio, estas iban desde veneno en la comida, hasta la que ahora había quedado olvidada junto con el cuchillo que le serviría de cómplice, sin embargo nunca tuvo el valor necesario.
Su hermana Petra, no se había casado era una brillante critica de cine, ella una noche después de que sus padres discutieran se fugó con su mejor amiga, dejo una carta que nunca pudo leer, pero su padre les impidió hablar de ella abogando que en su casa jamás seria tema de conversación una Machorra.
Tiempo después, se enteró del significado de esa palabra y comprendió aquella tarde en que encontró a su hermana con su mejor amiga desnudas en el cuarto, esa fue la única ocasión en que estuvo de acuerdo con la decisión de su padre, por eso Petra fue excluida de la pequeña lista de invitados para su boda.
Al regresar de París encontró bajo la puerta de su nuevo departamento una tarjeta de felicitaciones, sintió remordimientos, pero al acordarse de la repulsión que tiene hacia ese tipo de mujeres se sosegó, además de que no llevaba ni una sola letra escrita, solo el mensaje impreso de : FELICIDADES.
Hacia mucho tiempo que no hablaba con nadie, le daba pena que la vieran los vecinos después de que oían por lo menos una vez a la semana los gritos de Gabriel, mientras le pegaba, en una ocasión se topo con una mujeres en la azotea mientras subía a tender la ropa, las miradas se clavaron en ella y susurraban quien sabe que tanto, pero era de ella, lo sabía porque no dejaban de observarla como si tuviera dibujitos en la cara.
Nunca más subió a la azotea durante el día, prefería tender de noche y subir en la madrugada a bajar las prendas.
- ¡ A ver a que horas vienes a la cama!, Pareces retrasada, que todo te tengo que ordenar.
Esta vez Catalina sonrió, levanto el cuchillo manchado de sangre y fue al cuarto, en la oscuridad su marido solo pudo distinguir la silueta que se acercaba, tranquilo puso la mano sobre su almohada y cerró los ojos.
El momento que tanto había estado esperando, Catalina hundió una y otra vez el cuchillo sobre el pecho de Gabriel, quien solo pudo abrir los ojos por la sorpresa, sus gritos se quedaron ahogados ante las carcajadas de la mujer que sin piedad le arrebataba la vida.
- Por fin, Muere papá Muere…
Eran las palabras que salían de la boca de la mujer, por más que intento detener la mano que lo castigaba su resistencia fue inútil, poco a poco sus ojos se cerraron y junto con ellos, la ilusión de un nuevo despertar.
Cuando vio el cuerpo sin vida de Gabriel, tranquila aliso su cabella, mientras que con detenimiento lavaba las salpicaduras de sangre que habían quedado esparcidas por su cuerpo; catalina, salio del apartamento sabiendo que tardarían aproximadamente unos 3 días para encontrar a su marido muerto.
Llamó un taxi y por fin se decidió a hablarle al joven estudiante de pintura que la espiaba casi a diario, el chico tímido y asombrado por ver a su musa frente a él, respondió el saludo , mientras ella lo invitaba a irse del país.
Sin preguntar nada el joven accedió a marcharse con ella, cuando subió al taxi pregunto por su esposo:
- Salio de vacaciones, no regresara hasta dentro de tres días y yo hoy me anime a abandonarlo.
Mientras tomaba el sol en una hermosa playa griega leía en voz baja el periódico: ENCUENTRAN AL HIJO DEL RICO EMPRESARIO ALARCON MUERTO EN SU APARTAMENTO, SE PRESUME QUE FUE UN AJUSTE DE CUENTAS, LA ESPOSA DE LA VICTIMA NO HA SIDO LOCALIZADA, SU HERMANA LA CRITICA PETRA HERNANDEZ, DICE QUE LA ESPOSA DEL AHORA OCCISO ABANDONO LA CIUDAD HACE 1 SEMANA, QUE ESTUVO EN SU CASA DE LA PLAYA DE EL DIA DEL ASESINATO SALIO DEL PAIS.
LOS VECINOS DICEN NO HABER ESCUCHADO NADA EL DIA DE LA MUERTE DE GABRIEL ALARCON, PERO QUE VIERON SALIR A SU ESPOSA CON MALETAS MUCHO TIEMPO ANTES DE SU MUERTE, CON LO QUE SE DESCARTA COMO POSIBLE SOSPECHOSA.
Sonreía maliciosamente, mientras observaba el bello atardecer, Antonio estaba a su lado y recitaba a su oído un poema:
- Mi vida, recuérdame por favor llamar a mi hermana Petra, quiero darle las gracias por todo lo que ha hecho por mí
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