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Él estaba allí... alimentándose de mis miradas enamoradas... alimentándose de mi presencia, de mi aroma... enredando sus largas y puntiagudas uñas en mi negro y libre cabello...
Allí estaba él... el que alguna vez había irrumpido en la casa y en la vida del Dr. Fausto, llenándola de placeres y desdichas diabólicas... aquel que había tentado a Jesucristo en el desierto... el mismo que se deslizó por el tronco del árbol del Edén y corrompió el alma de Eva... y ahí estaba... acariciándome el cabello y susurrándome al oído cuánto me amaba
Y yo estaba ahí, aceptando sus suaves roces y escuchando sus deliciosos suspiros en mi oreja...
Dolía... claro que dolía; amar al Diablo y que él te ame a ti puede llegar a ser muy doloroso... pero ahora ése dolor era abstracto... ése momento era el clímax de mi existencia... ¡Habráse sentido placer más extraordinario que sentir las manos del Diablo acariciándolo a uno!
Su lengua viperina jugaba en algún lugar de mi cuello mientras sus dedos habían dejado la tierna tarea de enredar mis cabellos y paseaba sus arácnidas manos por mi pecho, rozando mis pezones... haciendo que éstos se endurecieran.-
De repente ya no siento nada... ya no escucho sus siseantes y escurridizas palabras ni percibo su delicado toque erótico; estoy solo en mi habitación, semidesnudo, con los pezones agredidos, el cabello enredado y mirando por la ventana...
Deseo volver a sentirlo... deseo volver a escuchar sus historias, a sentir el calor de su aliento en mi piel... sentir el contínuo roze que sus ardientes labios impartían a cada hermosa palabra que su boca dejaba escapar.-
Y entonces me giré sobre mis talones y él estaba sobre la cama, sonriéndome y extendiendo sus brazos... invitándome a un abrazo diabólico.-
Comenzé a acercarme lentamente, el Diablo me sonreía con lascividad haciéndome sentir un Hitler barato de ésos que admiran los niños que no saben a qué aferrarse, el extendía más y más sus manos tratando de abrazarme... y yo lo acepté... yo me incliné sobre la cama, me senté a horcajadas sobre su pecho... y hundí mi rostro en sus labios...
El beso de Judas... él es el Diablo... él es el predicador de la oscura palabra... vengan a por él...
pero antes permitánme efectuar mi anhelado coito diabólico... dejen que me funda, que seamos uno... dejenme disfrutar de su sensual presencia... y luego de hacer el amor con el tendré tiempo para pensar si debo o no expíar mis pecados...
Y ahí estábamos, gritando enloquecidos, hasta que nuestras voces enronquecieron... hasta que nuestros alaridos sacudieron las alturas de los cielos y agrietaron las profundidades infernales... Alcanzamos el éxtasis juntos, Diablo y Devoto... Mi amado y yo...
Y todo acabó como había empezado: con mi mirada perdida en el exterior que vislumbraba a través de la sobria ventana, con el Diablo acariciando mis cabellos y rogándome por una noche más de desenfreno y lujuria....-
Nosotros estábamos allí... expectantes y ansiosos... enamorados.-
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Texto agregado el 13-06-2005, y leído por 423
visitantes. (2 votos)
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Lectores Opinan |
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24-11-2010 |
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muy interesante....5 strellas bishanitaw |
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15-08-2005 |
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Me impresionas... krl |
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