Sr lector:
Me dirijo a ud con el respeto que se merece quien dedica parte de su valioso tiempo a leer. Veamos que pasa si le quito tres minutos de su tiempo hablando de mis bobadas, tonteras y locuras de una adolescente que cree que la habilidad más grande que tiene es escribir. No es necesario que le importe, ni que esta noche recuerde mis palabras. Pero sé que a pesar de los errores que pueda cometer al no poder mantenerlo pegado a la lectura y a mis palabras frescas como recién sacadas del diccionario, haberlo intentado me hace sentir menos miserable. Podría tratar de persuadirle diciéndole que esto será lo último que va a leer en el día, o que si deja de leer probablemente se incendie su casa. Pero, ¿para qué mentir? , será mejor decorar de sobremanera mi historia sólo para que aparezca una sonrisa en su cara al finalizar la lectura. En todo caso, reconozco que podría concentrarme mas si mi gato no estuviera lamiéndose sobre el teclado, o si no fuera una simple estudiante que en un rato mas se va a subir a un bus, con destino a la ciudad de Valparaíso ( que hace años no piso) y que probablemente no será tomada en serio, como nada de lo que hace. Triste me parecería que ud cerrara la página antes de llegar al final de mi historia, pero reconfortante es saber que no le conozco y que probablemente me importa lo mismo que me importa la bocanada de aire que me acabo de tragar, o lo que hago con mis pulmones cuando fumo con uniforme. Es que, seamos realistas, no me puede importar lo que piensan los demás respecto a lo que hago, porque nunca serán comentarios buenos en su totalidad. No se puede vivir de la opinión ajena, imagínense qué sería de mí si me hubiese importado que mi mejor amiga no me haya dado ni una sola palabra de ánimo para el supuesto “debate” , siendo que las palabras son gratis, y es lo que más me llena en la vida. Triste.... frío como éste día y triste... y no crea que soy una inconformista, me lleno con poco. Tengo un inventario lleno de conceptos que parecen nefastos, pero que sin embargo completan mi vida de manera que lo vacío de la realidad no le llega ni a los talones. Da lo mismo en el fondo, todo la lo mismo, no sé si a al lector ideal le importe tanto o menos que a quien lee porque le obligan, pero de todas maneras agradezco a quienes salpican su mundo con cosas que olvidarán al dar vuelta la página. Los antojos se sacian escribiendo, las ganas se sacian con versos y las neuronas se obstruyen con una simple hierba. Simple y fuerte, como el terremoto adolescente…. Uds. Lo fueron, supongo que entienden.
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