Jonás el esquimal salió como todos los días a buscar su alimento diario, en el medio de aquel desértico panorama que es el polo norte. Llegó al sitio donde siempre pescaba, se sentó cerca de un hoy que había hecho anterirmente en el suelo y comenzó a esperar a que picara algo...

Pasadas unas horas, luego de que ningún pez asomara por aquel lugar, Jonás se percató de que había algo extraño en la orilla del mar, a unos cuantos metros de donde él se encontraba. Sin dudarlo un instante, se levantó de su sitio habitual de pesca y se dirigió a la orilla del mar a ver que era aquello que le inquietaba...

Al llegar allí, cual no sería su sorpresa al ver que cerca de donde él siempre venía a pescar día tras día, se encontraba una mujer, hermosa, radiante, congelada en un cubo enorme de hielo. Jonás no sabía que pensar... ¿cómo había llegado allí? eso no importaba, lo que importaba era sacar a la mujer de su prisión de hielo antes de que muriera. Así, Jonás decidió tomar su lanza y picar el hielo para liberar a aquella mujer...

Pero, ¿por donde comenzar? lo mejor sería picar primero la parte superior del cubo, para así alcanzar la cabeza de la mujer y ver si aún ella respiraba. Sin embargo era muy riesgoso esto porque un mal movimiento y la lanza podría penetrar su cráneo y eso sería terrible. Entonces lo mejor sería comenzar por la parte de abajo, por donde estaban sus pies. Pero esto tampoco era una idea muy buena debido a que un mal movimiento y la lanza podría cortar sus extremidades inferiores, cosa que Jonás no estaba dispuesto a ver.

Pasaba el tiempo y Jonás no decidía por donde comenzar. ¿por el lado derecho? pensaba ¿o mejor por el izquierdo?. Y cuando menos lo esperaba, una gran ola, una ola tan enorme como no se había presentado hace miles de años, golpeó la costa de aquel lugar y se llevó consigo aquel bloque de hielo donde estaba la mujer más hermosa que Jonás había visto en toda su vida.

Muy triste, Jonás retornó a su hogar. Y hasta el día de hoy aún se atormenta por lo sucedido. No puede entender cómo perdió a la mujer de sus sueños, por no haber sido capaz de romper el hielo.