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Estoy de a poco muriendo en una noche hermosa de luciérnagas y rutilantes estrellas, mientras dos amantes se besan en una esquina oscura y en un callejón, tranquilo y sin farolas, un borracho duerme junto a un basural.
De un bar de poca fama, escapan acordes melancólicos de un desafinado violín y en un coche azul, con las luces encendidas en su interior, vestida de novia, con su elegante sonrisa y su mejor sueño, el amor de mi vida pasa hacia un destino distante, donde ya jamás la podré encontrar.
Las campanas de la iglesia, ¿por qué tienen que repicar tan alegremente, ahora, y por qué se encienden tantas guirnaldas y esa música romántica que se toca por ahí, si yo estoy muriéndome?. ¿Lo ven? la vida no tiene compasión , ella ríe a carcajada y yo muero un poco más, mientras que desorientadas luciérnagas se enreden en mis cabellos para señalar quizás, donde yacen todos mis sueños y donde queda mi loco carrusel.
Un perro vagabundo husmea a mi alrededor buscando sobrevivir. Alguien, desde una ventana abierta, lo observa y lo llama, mientras que el vigilante de la ronda nocturna pasa a mi lado sin verme y una mujer, pintarrajeada y despeinada, se asoma a una puerta descascarada y vencida, vendiéndome sexo por dos pesos. Le respondo que no los tengo y entonces me manda a pasear con toda mi parentela.
La vida sigue, con su corso a contramano y la veo pasar de nuevo en el coche azul con las luces encendidas, pero yo ya no sé quién es. Se la ve hermosa y elegante. Feliz y radiante, pero no me conmueve, no me molesta. Ya no me importa. Pues para ella yo acabo de morir.
En otro tiempo, lejos, sé que nos hemos amado infinitamente, tal vez... o sólo fue un sueño que le robé a la vida o quizás sólo quise treparme al tren de las ilusiones que como un rayo veloz pasó a mi lado que no me di cuenta y en la vía me quedé, imaginando qué fue... si es que alguna vez algo fue.
El borracho del callejón se despierta, me mira con un solo ojo y me invita de su botella. Le bebo todo lo que queda, me fumo su último cigarrillo, le pido un pedazo de cartón y me acuesto a dormir con locos anhelos de no despertar jamás.

Texto agregado el 10-06-2005, y leído por 111 visitantes. (0 votos)


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