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Con el Ceño Fruncido
Había una vez un “Ceño Fruncido” que iba caminando por ahí. Un día pasó frente a una cara que se enojó. Al ver que necesitaba de sus servicios, fue y se posó en la frente de esa persona.
Pasó el enojo y, el Ceño Fruncido se dispuso a retirarse. Dio dos pasos fuera de la cara cuando ya estaba enojada de nuevo. Inmediatamente el Seño tuvo que regresar. Al poco rato volvió a terminar el enojo y ya se iba. Pero esa cara era muy enojadiza.
El pobre Ceño Fruncido pasó más de tres horas en ese ir y venir. La cara ora se enojaba ora se contentaba. Era tanta su inestabilidad que el Seño se hartó. Decidió terminar con todo eso. Entonces , se posó en la cara y ya no se fue. Prefirió “evitarse l fatiga”. Desde ese día, la cara tuvo que sonreírse con el Ceño Fruncido.
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Texto agregado el 04-09-2003, y leído por 337
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