Siempre que evocó su recuerdo, aparece en mi mente con una sonrisa, capaz de iluminar el día más negro y ofrecer calidez en los días de lluvia.
Su cabello Negro, junto con lo pausado de su tono de hablar, sòlo era perturvado de vez en cuando por los suspiros; lograba concentrar de un sarpazo la tranquilidad y desesperación de saberlo lejos.
Mientras más me propinía no amarlo, más grande era mi necesidad de tenerlo cerca, requeria de su mirada para sobrevivir, mi cerebro ocmprendia a la perfección la locura de aquella relación, pero mi corazón testarudo no logro defenderse del ataque con sus flechas de alegría, Mi razón sólo deseaba poner a salvo a mis sentimientos de la sacudida que aquel principe sin Reyno ocasionaría en mí.
Siempre arreglaba su cabello, quién como si poseyera vida propia se empeñaba en arrojar sobre su frente un diminuto mechon, dandole un aire despistado que entonaba perfectamente con el resto de sus facciones.
Nunca habló lo suficiente de sí, a veces dejaba ver entre frases su verdadera soledad y resentimiento hacia una que otra persona de su pasado... Sin embargo trataba de disimular el inmenso dolor que esto le ocasionaba y no repetía el significado.
Atesoró cada minuto como el último, sonriendo para asi restarle importancia al momento, la vulnerabilidad de su alma solitaria.
Nuestros mundos se juntaron por azares del destino, sin estar yo inscrita en su agenda, ni él en la lista de contactos de mi e-mail; nos conocimos más por curiosidad que por amor o deseo, ahora sé el precio de ese juego.
Sin darnos cuenta de pronto estabamos cada ms en la misma mesa, uno frente al otro, a la hora de siempre contandonos el vacio tan grande que habia inhundado nuestras vidas los últimos días sin vernos, buscando el rincon oscuro que permite explorar las huellas dejadas en el cuerpo amado por alguien más.
El olía mi cabello y buscabba por mi ropa el aroma del amante extraño que me pudo haber acompañado los últimos días.
Sin pronunciar palabras uniamos nuestros labios y luchabamos por no decir esas frases comprometedoras que dejarían al descubiertos nuestros sentimientos.
Lograba perder mis manos por su cuerpo y él sosegaba su miedo en mi cabello, logramos hacer la perfeccion del amor en silencio, sin frases tontas que luego solo nos acarrearían reproches por promesas incumplidas.
Nunca dijismos TE AMO, sin embargo sabiamos el significado del rapido latir de nuestro corazón y la respiración agitada al estar juntos. |