Estuvo parada en el mismo lugar durante unos instantes, como esperando que mágicamente dicha carta desapareciera. Antes de pensar quién habría sido el osado u osada que había perdido su tiempo en escribirle, se le ocurrió pensar que el cartero había dejado mal la correspondencia y que seguramente era una de las tantas cartas que la hija de su vecina –radicada en España- le envía por mes. De hecho, Ave se preguntaba a menudo porque no utilizaban la tecnología que Internet brindaba en materia de comunicaciones .-

Envalentonada con ésta última reflexión, se acercó dos pasos a la carta y se frenó. Un tercer paso hubiese implicado literalmente aplastarla y no quería quedar mal con Elsa –su vecina-, entregándole una carta de su hija con restos de barro. Acto seguido se encogió y la tomo entre sus manos.-

Antes que cualquier cosa, notó que la carta no pesaba, supuso que sólo contendría un par de hojas.-

Su gigantesca curiosidad, que ya le había ocasionado incontables contratiempos a pesar de su corta edad, se apoderó de ella una vez más y estuvo tentada a abrir la carta aún presintiendo que no era para ella.-

Y en un momento de lucidez recordó no haber leído a quién iba dirigida.-
Sin dudarlo un instante giró el sobre y lo puso delante de sus enormes ojos miel.-

De repente, fue como si un rayo la hubiese dejado entumecida.-

En clara tinta negra se leía en claro español “AVE ROMA – DE LAS ARTES 126 PISO 4, BUENOS AIRES, ARGENTINA”.-

Su máximo temor se había convertido en vertiginosa realidad, la carta iba dirigida a ella.-

Tensa, dejó la carta sobre la mesa y fue por una cerveza a la heladera. NO fumaba pero le hubiese gustado tener un paquete de Marloboro a mano. NI siquiera le había quedado algún poco de marihuana, de esa que de tanto en tanto le aliviaba los dolores de pecho.-

Sentada sobre los cómodos almohadones del estar no podía dejar de pensar en quién le había escrito esa carta. No pensaba que hubiese persona en el mundo interesada en contactarse con ella. Eso lo tenía totalmente asumido, como así también asumía que tenía que hacerse cargo de sus propios asuntos, pues no tenía a nadie a su lado para pedir ayuda, y eso era por decisión propia. Por ello, y si bien no dejaba de ser una situación extremadamente exótica, estiró su brazo, y sus delicados dedos tocaron el sobre, situación que la estremeció nuevamente.-

El sobre no tenía remitente, sólo había sido despachada con el correo normal y no tenía a simple vista algún rasgo que permitiera deducir de quién provenía.-

Haciendo palanca con los dedos abrió el lateral derecho del sobre y extrajo la única hoja que había dentro, con la secreta esperanza de que la misma estuviese en blanco.-

Sus esperanzas se desvanecieron al instante. Con la misma pluma y de puño y letra al igual que en el sobre, dos renglones le cambiarían la vida

AVE:
En dos dias llego a Buenos Aires, haceme un lugar en tu casa que no tengo donde parar. Pasaron demasiadas cosas y hay mucho de que hablar.-

Julia


Por primera vez en muchos años, Ave estaba desconcertada. Muchas imágenes pasaron por su cabeza en apenas unos instantes. No sabía que hacer. Le hubiese gustado solamente en ese momento poder hablar con alguién, aunque enseguida se arrepintió de haber tenido ese pensamiento.-

Y aunque la idea de tener visitas no era lo que mas le agradaba, en un pequeño rinconcito de su alma, sabía que tendría que recibir a su visita en su propia casa. Compartir su vida, por lo menos por un tiempo con ella.-

Julia era su hermana.-