Inicio / Cuenteros Locales / razorblade / ANÉCDOTA DE GUADALAJARA
Fue tras la reja de herrería elaborada,
donde se recargaban algunos obeliscos violetas y rosados.
Una reja enorme y alta como el muro en las prisiones.
Pasaba solo por la calle empedrada,
el escritor fracasado,
aquella tarde.
Los ojos las vieron, eran dos castas y puras damiselas
con ropa de colegiala, que sobre la fuente de un convento
se besaban.
Senos como frutos duros y redondos,
manos que harían música sobre el órgano y la flauta,
pies calzados que en el coro con otros tantos se hermanan.
Piernas como La Diana.
¡Eran dos gemelas idénticas, lozanas!
En sus manos pendía el rosario.
Divino cuadro. Bendita mi suerte.
¡Mis ojos, a través de la reja las miraban!
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Texto agregado el 09-06-2005, y leído por 174
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