Una niña se alimenta de sus heces
y duerme casi todo el día.
Vive inyectada a una jeringa.
Su casa es un basurero
en un callejón sin salida.
Lagrimas pestilentes brotan de su interior,
tiene podrido el corazón.
Pero a pesar de todo, no está tan perdida:
aun le queda perder la vida.
Texto agregado el 09-06-2005, y leído por 124
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