La ciencia cierta de hallarte en mis caderas,
prevalece aún con los meses, en los años,
en el mismo tren de tu aliento,
que me negó tanto tiempo su placer...
por recorrer otros terrenos, por llenarte de pasados,
de nuevos recovecos, y te convenciste que era tu eco...
Ahora volviste, ahora que ya aclaraste tus dudas pasadas,
que ya saboreaste más semanas,
pretendés que con mi nombre de paciencia y presencia,
te abra nuevamente mis puertas...
y me cuesta en el alma decirte, que ya estás afuera,
aunque no sea cierto, te necesito lejos...
muy lejos... para seguir viviendo.