“Los amoríos de un profesor y una alumna o profesora y alumno son de lo más común. Ella no era la excepción, atormentada en su amor secreto hacia aquél hombre, que en cada clase ansiada una semana entera le hacia soñar y volar por entre sus fantasías en las que él de la mano la llevaba a recorrer el mundo en un delirio amoroso desbordante desatando sus pasiones más escondidas, incapaz ella misma de saberlas a ciencia cierta...”señorita Manzano, señorita Manzano” y la sacó de su estado de soñolencia amorosa... “disculpe profesor”... “luego del toque de campana necesito que se acerque a conversar conmigo por favor, señorita”... “si profesor” y un escalofrió recorrió su cuerpo todo el resto de la clase, afiebrada y temblando se acerco dónde aquél ser que tanto le hacía soñar. “Le invito a beber una bebida para que hablemos de la filosofía y de su comportamiento en mis últimas clases le parece?” y apenas pudo mover la cabeza en gesto afirmativo por lo sorprendida y emocionada que se encontraba. Bebiendo la coca-cola y mirando como él bebía su café y le conversaba de un tal Sófocles y otro tal platón de en su embobamiento sólo alcanzaba a oír su nombre. “¿no le parece señorita Amanda? El amor platónico planteado hoy por el uso coloquial no tiene nada que ver con el amor platónico mencionado por él “... él le estaba hablando de amor y ella apenas le escuchó lo último que le dijo, cómo no haber escuchado desde el principio, tal vez él le había querido introducir al tema con intenciones de acercarse a ella en ese plano. “señorita Manzano, creo que he hablado demasiado y tengo una clase en diez minutos,¿ le parece si dejamos esta conversación para otro día?”...”como guste profesor” “muy bien, nos vemos la próxima semana”... y otra semana más de café y coca-cola había desperdiciado en decirle cuánto le gustaba, tal vez la próxima vez...y se marchó en dirección contraria.”