Cuando muera la tarde, ennegrecida,
y las palomas busquen su refugio,
mirare las alturas en silencio
y millares de luciérnagas verán,
las gotas que resbalan de mis ojos.
¡Era ilusión, lo había soñado!.
Estas tan lejos, pero yo, de ti tan cerca,
siento el amargo hielo de tu ausencia,
tan cruel es el castigo que me diste
y tan duros son mis días solitarios.
Tal vez, por un error que he cometido,
Castigaste, ¡OH amada!,... mi pecado.
Nunca más te cobijare entre mis brazos,
ni mis dedos destejeran en tu negro pelo,
ni mis labios saborearán tus besos cálidos,
ni a mis ojos deleitará tu cuerpo bello,
ni escuchare la suave melodía,
de los susurros de tu boca escapados.
Solamente en mis recuerdos viviras,
sólo los dos, sabemos el pasado,
con candados de corazones y rosas,
bajo diez rojas llaves he guardado,
mas en mi alma siempre estaras,
y mi corazón sabe lo mucho que...
te he amado
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