A FLOR DE PIEL
Es un cuento extractado del libro
"Un grito en la Noche"
de Mariángel Sverak. 2001 Santiago de Chile
Escritora chilena, miembro de la Sociedad de Escritores de Chile, además de pintora y artesana.
A Flor de Piel
Miro por el amplio ventanal sintiendo aún los quemantes rayos de sol, la desolación de los meses que me acompañarán y estos trece kilómetros de playa que, junto a la vieja camioneta azul, serán mis compañeros hasta el próximo verano.
En mi interior he comenzado a sentir la libertad de la soledad, curiosamente comienzo a vivir despojándome de todo lo que me cubre, por primera vez me tiendo sobre esas cálidas arenas, mi espalda siente la tibieza.
Mi piel bronceada inicia la aventura serpenteando lentamente hacia la orilla del mar, mientras la calidez de la brisa marina me envuelve trayéndome el aroma de los pinos cercanos y de los eucaliptos, que inspiro con la fuerza de un huracán como si en ello se me fuera a ir la existencia.
Rasguño con mis dedos las entrañas de la arena encontrando plateadas piedras que me invitan a palparlas con mi boca, su sabor salobre me incita a beber la espuma del mar. Corro a sumergirme en esas aguas de esmeralda y en ellas calmo la sed de mis instintos desbocados.
El oleaje me toma en sus brazos y me entrego a él en un baile perfecto; me adormezco en su vaivén tempestuoso y apasionante.
Por primera vez vibro intensamente...
Comienza lentamente a atardecer y mecida por las olas veo esas nubes violáceas y anaranjadas que pasan vertiginosamente frente a mis maravillados ojos, quedo extasiada mirando a cara a cara los arreboles que van cambiando a cada instante su color.
Este otoñal atardecer, tan mío, vivificante y perfecto, es acompañado por melodías marinas interminables, como preámbulo del nuevo anochecer.
Hoy mi cuerpo entero ha sentido la sensualidad de la arena, del cielo encendido, del oleaje tormentoso, de las ásperas rocas, de esas piedras plateadas, de aquellos troncos resecos que en la soledad de esta noche, recuerdo como si me quemaran.
La naturaleza toda se me brindo en mágica entrega y sus elementos quisieron alcanzarme con la sensualidad de sus texturas y consistencias; me dejé acariciar por sus fornidos brazos que luego me robaron hasta el último aliento.
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