Has sentido que tienes a alguien dentro de ti hablándote,
Orientándote a no caer…no se como se llama…ni como es.
Pero le agradezco que siempre me diga a quien tocar y a quien no
Es un ser encerrado que a veces es mujer y otras hombre…
Como no agradecerle… y como me costo escucharla…
Ella me dijo una vez…es bueno pero no será mas que un bulto en tu pesado camino…
Pitonisa astuta… lo fue… no sé si fue mi edad,
Esa edad porfiada de adolescente… que igual caí en esa torcida piedra…
Desde ahí, que no dejo de obedecerle, soy su esclava…
Aquí les cuento el regalo de oírla…su gran recompensa.
Él o ella, un día me dijo que fuera donde no me gusta ir…
Ella o él, me dijo ese día, en aquel momento, que volteara mi vista.
Y mis ojos se encandilaron de tanta magia que ese sentido tenia.
Que filosofo me puede explicar las vueltas que tiene esta vida…
Es que ya no hay entendimiento en mi cabeza, y así tan simple
¡Que me decía! Que estaba frente a la semilla, al dueño de mi herencia
Sobre la tierra, el padre de aquellos niños que amo y aun no conozco.
Entonces vi dibujarse un vacío absoluto esa noche, solo tu y yo
Rodeados de los recuerdos de nuestro tan lejano pasado.
Ya no éramos niños jugando a amar, ambos cubierto de suaves
Corazas que solo el tiempo sabe dar, y es ahí, donde dos seres daban fe
De volver a creer.
Porque no la escuche antes... pero sin ese error no sabría degustar tu presencia,
Valorar tu risa, tus pestañas, y esa cara que me deja siempre en paz.
Entro a meditar, tu silueta a mal traer, no sabes lo hermoso y magnánimo,
Que todo tú puedes ser, tan simple y sutil.
Un amante perfecto, un niño mimado, un roble marcado por el tiempo,
Un extraño que me devolvía la vida entera de color rojo pasión.
La mirada mía se tuerce para ver si algún ser, alguna vez me dio lo que tú hoy,
Y grandiosa sensación de que tanta maravilla fuese completamente mía.
Cuan completa hoy, de ver que ninguno puede ni verte a la cara,
Esa cara vestida de cielo, esa carita que refleja la mirada de Dios.
Gracias él o ella, pues me haz llevado a la calma. Habré de darte un nombre,
Y será Xabier, en honor a tu descubrimiento, en honor a la verdad,
En honor a una vida que empieza plena otra vez.
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