Para no hablar, me impongo pausas,
para no mirarnos de frente, invento una forma de quedar bizca,
para no mirarte entre payasadas grotescas y lenguas azules.
No invento palabras pero tampoco intento naturalidades,
solo neutralidades concretas.
Con este realismo solo me quedan un par de fantasías intranquilas,
un par de calcetines rayados, un par de botas cochinas, un par de cuerpos alcohólicos, uno que otro miedo antiguo y uno que otro sin sabor de mierda,
me queda un quejido estupido, una lejanía quisquillosa, una canción sin ritmo.
Me alejo y me voy bien lejos, abatida, impenetrable, silenciosa de cuerpo,
intento no hacer ruido al cerrar los parpados cuando inspiro profundo,
pretendo no sentir los huesos con el frió que paraliza las manos.
Me voy caminando lento para que me alcances, me retiro apagando la luz del baño.
NO OIGO. NO RESPIRO. NO TE MIRO. NO TE SIENTO. NO SOY. NO SOMOS. NO HABLO. NO MUERO. NO ME MOVILIZO…
Deseo un silencio, para que exista la posibilidad de un primer paso, de un primer beso, de una mirada cariñosa, de un choque insinuante, de un mínimo gesto, de un sentido.
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